Retales de Historia

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martes, 31 de diciembre de 2013

La muerte del general Prim

Juan Prim y Prats.

Juan Prim y Prats nació en Reus (Tarragona) el 6 de diciembre de 1814. Su padre era notario y él creció en un entorno liberal. Entró en el ejército a los 20 años por defender el trono de Isabel II, pero su carrera en el ejército empezó como soldado, pues no tenía origen noble. En 1837 recibe la Cruz Laureada de San Fernando, lo que le catapulta a una carrera política fulgurante, que empieza cuando en 1841 es elegido diputado del partido progresista. Contribuyó a la caída de Espartero, lo que le hizo merecedor de ser nombrado conde de Reus y vizconde del Bruch.
Espartero.
Isabel II.

Diputado (1851-1853), observador de la guerra de Crimea (1853-1854), capitán general  de Granada (1855), teniente general del Ejército (1856), combatió en la guerra de Marruecos (1859-1860)… Aquí, su intervención en la batalla de Castillejos primero y en la batalla de Tetuán después le valió el título de marqués de los Castillejos… Pero tanto reconocimiento no le hacían olvidar que España estaba llena de problemas y se mostraba partidario de un cambio dinástico: esta vez no le dieron ningún título, sino que se tuvo que exiliar a París. Desde allí, impulsó el Pacto de Ostende (agosto de 1866), y el 19 de septiembre de 1868 (revolución de 1868 o la Gloriosa), Prim, Topete y Serrano Bedoya se sublevan en Cádiz: ahora es Isabel II la que se va a París.
Serrano.
Amadeo de Saboya.

El caso es que, si Prim tenía clarísimo que los causantes de los males de España habían sido los Borbones, también se mostraba abiertamente partidario de la monarquía constitucional. Mientras se forma un Gobierno provisional, del que fue regente Francisco Serrano y Domínguez, Prim, que en junio de 1869 es nombrado Presidente del Consejo de Ministros, se dedica a viajar por Europa para buscar rey. Al final, de entre los diferentes candidatos, el elegido por lar Cortes el 16 de noviembre de 1870 es Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia Víctor Manuel II.
Atentado en la calle del Turco.
Palacio de Buenavista. Ministerio de la Guerra en el momento del atentado y domicilio de Prim. Actualmente es el Cuartel General del Ejército.

He contado todo esto para dejar claro que Prim tenía mucha gente que le envidiaba, y mucho candidato al trono despechado.
Orificios de bala en la carroza de Prim.
Desgarros de unos 6 centímetros en el uniforme de Prim.

El 27 de diciembre de 1870, Prim terminaba de hacer unas gestiones en el Congreso (19:30 de la tarde) para dirigirse después al Ministerio de la Guerra, donde tenía su residencia. Prim pensaba en el viaje que tenía que hacer al día siguiente a Cartagena para recibir al nuevo rey. Como ya había recibido varios anónimos, su mujer le había convencido que llevara puesta una cota de malla como protección. Es más, amigos suyos le habían advertido de un complot para acabar con él (la verdad es que el complot era un secreto a voces). Parece que una parte del trayecto la hizo en compañía de Herreros de Tejada y de Sagasta. Nevaba y hacía mucho frío.
Momia del general Prim donde se aprecian los ojos de cristal.
Huellas de estrangulamiento, especialmente las estrías verticales que hay encima de el círculo luminoso.

El coche de caballos del general hizo el trayecto entre la calle de Floridablanca hasta la esquina de la calle del Turco (actualmente Marqués de Cubas) con Alcalá. Con él iban en el coche su ayudante personal González Nandín y el coronel Moya. Ya fuera por las preocupaciones o por haberse confiado demasiado, Prim dio orden de seguir el trayecto de siempre. Al llegar a la calle de Alcalá, el cochero vio que dos vehículos cortaban el paso… De la nada aparecen varios hombres con capas y trabucos, y rodearon el coche, cuyos ocupantes se dieron cuenta del ataque a tiempo de protegerse un poco. Los disparos fueron a quemarropa. En medio del alboroto se oye una voz que grita “¡Fuego, puñeta, fuego!
Montpensier.
Paúl y Angulo.

El cochero consiguió poner en marcha el vehículo otra vez y arrollar a uno de las carrozas que obstaculizaban la calle del Turco y se dirigió al Ministerio de la Guerra (actual Cuartel General del Ejército), que estaba cruzando Alcalá. Los asesinos huyen… Curiosamente, en todo el trayecto la presencia policial brilló por su ausencia.
Fotografía de los restos mortales de Prim.

Prim recibió doce balas, pero ninguna letal gracias a la cota de malla. González Nandín y Moya resultan heridos leves. Avisan a los médicos, las heridas no eran tan graves; le visita el Dr. Federico Rubio. Hasta ahora, siempre se había dicho que a Prim le mató una infección por no haber recibido atención médica adecuada después de haber recibido los disparos, no es imposible. Pero las últimas investigaciones hablan de otra cosa: fue estrangulado. Al haber sufrido grandes hemorragias por los disparos, el cuerpo de Prim favoreció su momificación lo que a su vez facilitó el estudio de los restos y el hallazgo de las pruebas. Según estudios promovidos por la Universidad Camilo José Cela y realizados en el Hospital Universitario de San Joan (Reus) el cuello del cuerpo momificado del general tienen surcos que podrían deberse a una estrangulación por una correa de cuero. Como sus heridas no eran necesariamente mortales, alguien de su entorno le remató. Inmediatamente después del atentado, Prim recibió la visita de varios políticos, entre ellos el general Serrano y Domínguez, a quien se le atribuye el estrangulamiento, pero este extremo aún no se puede confirmar. Como curiosidad, mencionar que el cadáver llevaba ojos de cristal, como suele ocurrir en los enterramientos de ritual masón, igual que ocurrió con Maximiliano de Habsburgo.
Amadeo I frente al féretro del general Prim de Antonio Gisbert ca. 1870.
Placa conmemorativa del asesinato.

Había demasiada gente que quería ver muerto al general Prim: el mismo Serrano, que era su principal rival político; el duque de Montpensier (cuñado de Isabel II), candidato frustrado al trono de España, y de quien se dice que financió el crimen; Paúl y Angulo, enemigo político del general, y de quien se dice que cruzó unas palabras a la salida del Congreso los minutos anteriores al atentado; también dicen que fue suya la voz que reconoció Prim en el momento del tiroteo. También se habla de los republicanos, a quienes Prim cortó el paso al poder (aunque por poco tiempo).
Prim.

Amadeo de Saboya, llegó a Cartagena el 30 de diciembre, el mismo día que se supone murió su valedor. A Madrid llegó el 2 de enero de 1871, y lo primero que hizo fue visitar la capilla ardiente del Presidente de Consejo de Ministros, instalada en la Basílica de Nuestra Señora de Atocha. No sabemos lo que pensó el rey en ese momento, pero debió sentirse muy solo.

7 comentarios:

  1. Está escrito con mucha claridad y pienso en la papeleta que se encontró Amadeo de Saboya nada más llegar a Madrid. No fué precisamente un buen augurio para su reinado.

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    1. Gracias por tu comentario, Anónimo. Si unimos la muerte de Prim a la "jaula de locos" de la que habló Amadeo para describir la inestabilidad creciente que se encontró, entendemos que el rey no esperase a la autorización de los diputados para marcharse. Seguro que cuando lo hizo no hacía sino recordar lo que se encontró cuando llegó.

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  2. Me ha gustado mucho la entrada, aunque yo hubiera entrado en más detalles sobre las diferentes teorías sobre su asesinato.
    Sobre la novedosa teoría de que fue rematado con un cinturón, no me parece correcta, pues, según varios médicos, sus heridas ya eran mortales de necesidad y tardó muy poco en morir. Parece ser que tenía una herida bajo el sobaco, por donde cabía un puño. No debemos olvidarnos que en esa época no se conocían los grupos sanguíneos y morirse a causa de una infección era lo más normal del mundo.
    Saludos.

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    1. Gracias, Aliado. Tienes toda la razón al hablar sobre lo de entrar en más detalles sobre el asesinato, pero el miedo a excederme en la extensión del post me hizo prescindir de muchas cosas. Empiezas a tirar del hilo para buscar información y encuentras cosas que no imaginas. De todos modos, me hago eco de tu observación y considero reeditar este post más adelante o escribir uno nuevo.

      Por otra parte, yo sí creo posible que fuera estrangulado, pero creo que con ello se aceleró algo que hubiera ocurrido igual. No conocía el dato de la herida de la axila; de ser cierto debió ser algo horroroso.

      Recuerdo que hace años vi una exposición en la que había cosas de políticos de la época, y lo que más me impactó fue el coche del general: era un colador. La foto que he puesto de los impactos de bala corresponden al lado izquierdo y, desde luego, no eran pequeños. Pero a mí me hubiera gustado poner fotos del otro lado, del que recuerdo que provocaba exclamaciones de horror en los visitantes, y creo que tenía más impactos de balas. Los ocupantes del vehículo debieron pasar un miedo atroz.

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  3. Creo recordar que ese coche de caballos estuvo muchos años expuesto en el sótano del antiguo Museo del Ejército, en Madrid. Se podían ver los dos lados, porque estaba expuesto en el centro de un pasillo, pero se suelen sacar fotos del lado izquierdo, porque era donde estaba sentado Prim.
    Parece ser que mucha gente estaba al tanto del atentado y, de hecho, alguien le avisó ese mismo día, pero él no hizo caso y tampoco quisieron ir armados los ocupantes del coche.
    Invitaron al mismo Sagasta y a otro diputado más, cuyo nombre no recuerdo a montar en el coche y a lo mejor declinaron la invitación, porque algo sabrían.
    También se sabe que Montpensier hipotecó alguna de sus fincas tiempo antes del atentado y no se sabe para qué.
    Tampoco había policía en la zona, con lo cual, no se pudo perseguir a los criminales.
    Paúl y Angulo, el principal sospechoso del crimen, en un principio fue muy amigo de Prim, peo el general solía prometer las mismas cosas a mucha gente, como buen político.
    Prim tampoco fue nunca un alma caritativa. Una de sus ocurrencias fue organizar con Felipe Ducazcal la partida de la porra, con la que este grupo se dedicaba a apalear a todos los oponentes del partido progresista.
    Precisamente, Ducazcal murió a causa de una bala que le disparó Paúl en un duelo, donde se batió en lugar de Prim.
    Saludos.

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  4. Como bien dije, Aliado, el atentado era un secreto a voces: Sagasta le advirtió y no fue el único. El otro diputado era Herreros de Tejada.

    Está claro que a Prim lo dejaron solo, igual que a Canalejas, Cánovas y Carrero Blanco. ¿Casualidad?

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  5. Me da la impresión de que Prim se buscó muchas enemistades a base de prometerle lo mismo a mucha gente. Ya se sabe lo que ocurre si haces eso, que quedas mal con todos y seguramente eso fue lo que pasó.
    Hasta ese momento no había sido posible echar a la reina y creo que ellos tampoco lo tenían muy claro, cuando, en 1868, leyeron su manifiesto a bordo de un barco de guerra, por si acaso. Luego, cuando vieron que habían tenido cierto éxito, se animaron a seguir adelante.
    Saludos.

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