Retales de Historia

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jueves, 14 de marzo de 2024

Alfonso XIII y la oficina pro-cautivos

El 28 de julio de 1914, el Imperio Austro-Húngaro declara la guerra a Serbia desatando con ello el conflicto bélico que llegaría hasta 1918. Pero España no se metió, había dos motivos importantes: el primero era uno que podemos entender muy bien, el país vivía unas circunstancias, principalmente económicas, deplorables. El segundo, eran la coincidencia de intereses opuestos dentro de la familia del rey de España, Alfonso XIII: su esposa, la reina Victoria Eugenia, apoyaba sin disimulo el bando aliado; su madre, la reina María Cristina era una Habsburgo, sobrina de Francisco José y, por tanto, apoyaba al bando contrario.


Alfonso XIII retratado por Kaulak


En otoño de 1914, llega una carta a Palacio dirigida al rey. Se trata de una lavandière de Bayona. Dejó de saber de su marido al término de la batalla de Charleroi (Bélgica), y le pedía ayuda para encontrarlo. Las gestiones realizadas a través de las delegaciones diplomáticas en Francia y Alemania tuvieron como resultado dar con el hombre y saber que se encontraba bien en un campo de prisioneros alemán. El hombre no tenía permitido poner unas líneas sobre papel para comunicar a su familia que estaba vivo. Esta historia llegó a oídos de la prensa, y empezaron a llegar cartas y caras procedentes de Francia con destino Madrid, y más tarde de otros países afectados por la guerra.


A la izquierda, la reina Victoria Eugenia. A la derecha, la reina María Cristina


Esta situación hizo que el rey decidiera abrir una oficina ocupada en gestiones encaminadas a velar por el paradero y el bienestar de los prisioneros de guerra, tanto civiles como militares; era 1915, y se había fundado la Oficina Pro-Cautivos. De esta manera, miles de personas ajenas a un país neutral, encuentran respuesta a su desesperación y la ayuda que no reciben de su propio gobierno. Las familias de los desaparecidos se encuentran en un punto en que no pueden dirigirse al país enemigo donde se encuentran sus seres queridos pero, al mismo tiempo, se encuentran abandonados por su propios gobernantes, más preocupados en la guerra que en la gente que muere en ella. España fue neutral, pero no indiferente al sufrimiento de millones de personas.


Grupo de prisioneros civiles de la región francesa de Pas-de-Calais, encarcelados en un campo alemán


El monarca se preocupó porque esta Oficina se viera siempre como una institución neutral, y lo mismo que el origen de las reinas españolas era motivo de fricción en el interior de su familia, ese mismo origen favorece a la hora de dirigir las peticiones de ayuda a países enemigos entre sí. La idea evoluciona y termina siendo un complejo burocrático destinado a atender todas las peticiones relacionadas con la guerra europea: regreso a casa de heridos, búsqueda de desaparecidos, correspondencia entre prisioneros y familiares, gestión de indultos… Se generaron miles de documentos, en su mayoría solicitudes de búsqueda de prisioneros para lo cual sólo se emplearon tres máquinas de escribir.


En la imagen de arriba, Alfonso XIII despachando. En la imagen de abajo Emilio María de Torres


Las oficinas de esta institución se situaron en los altos del Palacio Real. Empezó con cinco empleados y superó las 50 personas. Se dirigió mediante la Secretaría Particular del rey, con Emilio María de Torres al frente, y se apremió al Cuerpo Diplomático español sito en los países en conflicto. Según el historiador Juan Pando, «de todo el hacer de Alfonso XIII en esta acción ejemplar humanitaria sorprenden varias cosas, tal vez la más imperativa y más inmediata es su capacidad de decisión que muestra con poco más de 29 años. A finales de agosto de 1914, cuando el embajador de España en París sabe que las tropas alemanas están a pocos kilómetros de la ciudad, un telegrama llega al Ministerio de Estado que comunica que tiene plaza reservada en el tren presidencial, pero Alfonso XIII le manda otro cable que dice lo siguiente 'Ordeno que te quedes en París, pase lo que pase'.»


Carta de firmada por Emilio María de Torres


También hizo que oficiales del Ejército Español visitaran los campos de prisioneros para vigilar las condiciones de vida de esos infortunados, condiciones que, generalmente, eran deplorables. Se trajeron de vuelta a casa los soldados con malas condiciones de salud, ya sea por enfermedad o por herida de arma. Y el más difícil todavía: se consiguieron conmutaciones de penas de muerte. No hubo distinción acerca del origen de las personas beneficiadas, eran de cualquier país de donde viniera la petición de ayuda. La mayor parte de las cartas que llegan a Palacio van dirigidas al rey Alfonso, pero también a la consorte Victoria Eugenia y a la reina madre María Cristina.

Una vez instalados en Palacio, los empleados de esta Oficina organizaron su trabajo. Ordenaron las solicitudes según su contenido y el estado en que se encontraban; según el color de la cinta que se les ponía, tal era cómo andaba la tramitación: blanco, rojo y negro, desgraciadamente, el 80% de las cintas. La Oficina funcionó entre junio de 1915 y febrero de 1921. El rey Alfonso gastó un millón de pesetas de su bolsillo, equivalente a 600.000 euros de hoy. Según Carlos Seco Serrano, Aristide Briand, presidente del gobierno de Francia, solicitó ayuda para la repatriación de 20.000 compatriotas a los que la guerra les sorprendió en Alemania, y Alfonso XIII lo consiguió una vez más.


Aristide Briand


Por extraño que parezca, el trabajo realizado por la Oficina Pro-Cautivos es un hecho muy poco conocido en España. Muchos son los que saben, como algo anecdótico del rescate del algún famoso y dicha liberación se atribuye al supuesto carácter frívolo del rey Alfonso, pero no es así. En otros países europeos se conoce perfectamente esta labor, hasta el punto de que fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz de 1917, y también durante su exilio. Ahora, por si alguien tiene curiosidad, mencionaremos a algunas de las celebridades que volvieron a la libertad gracias a la Oficina: el rey Alfonso se encargó personalmente de interceder por el chansonnier Maurice Chevalier, que estuvo prisionero dos años; el bailarín ruso Vaslav Nijinsky, retenido en Hungría, pudo huir a Estados Unidos gracias a la intervención del rey; Arthur Rubinstein, pianista que trabajó con Nijinsky, obtuvo de Alfonso XIII un pasaporte español. El historiador belga Henri Pirenne fue otro de los liberados gracias a la intervención del monarca.



A la izquierda, Maurice Chevalier. A la derecha; Vaslav Nijinsky

Arthur Rubinstein

Henri Pirenne


Pero no todo fueron éxitos. También hubo fracasos, y muy amargos. El hijo de Rudyard Kipling, John, desaparecido en combate, no fue hallado hasta 1922, y ya había fallecido. Tampoco se pudo hacer nada por Edith Cavell, enfermera británica acusada de espionaje por los alemanes. Pero si hubo algo que de verdad dolió al rey, fue no haber podido hacer nada por la familia imperial rusa. Cuando el gobierno provisional posterior a la revolución rusa envió a su nuevo cuerpo diplomático al extranjero, el rey Alfonso aprovechó la presentación de credenciales del embajador Nekliudov para interceder por la familia del zar. Ya se sabía que éste había muerto, pero no se sabía nada del resto de la familia. Las otras familias reales europeas -incluyendo las que mantenían lazos de sangre con los Romanov- miraron hacia otro lado, mientras que el rey español hizo todo lo que estaba en su mano, aunque en ese momento no sabía que era algo completamente inútil, dado que la familia de Nicolás II ya no vivía.



A la izquierda, John Kipling. A la derecha, Edith Cavell

Los Romanov


Otra cosa que tampoco se conoce bien de esta época, es que España se ocupó de las legaciones de varios de los países en guerra. Representó a los países aliados en territorio de los Imperios Centrales, y a la inversa, representó los intereses de los Imperios Centrales en Francia e Inglaterra, por ejemplo. Esta circunstancia, de alguna manera, benefició a las gestiones de la Oficina Pro-Cautivos, aunque no evitó que bajara el número de rehenes catalogados, 64.000. También durante la guerra, España combatió duramente la guerra submarina, desencadenada por el Imperio Alemán y que hundió dos embarcaciones británicas con ayuda médica. Pero no la combatió con armas, sino que el rey español ofreció personal para inspeccionar los barcos en partida y en destino para asegurarse de que esos barcos no iban armados.

Por fin llega noviembre de 1918 y, con ello, el fin de la guerra. Había cuatro millones de prisioneros y se consiguió que volvieran a casa más de 10.000. Poco a poco, la tarea de la Oficina Pro-Cautivos fue quedando atrás hasta quedar en el olvido... Pero en 1931 se proclama la II República en España, y el rey parte hacia el exilio. Cuando el ya ex-rey llega al puerto de Marsella, encuentra una multitud que le recibe como a un héroe pues ellos sí que no habían olvidado su labor a favor de la liberación de miles de conciudadanos. Y cuando don Alfonso llega al Reino Unido, se desató el agradecimiento. Gratitud por una hermosa labor que jamás debió olvidarse.


Alfonso XIII en Calais, abril de 1931


Bibliografía

Jorge Díaz. Cartas a Palacio. Plaza & Janés. 2014.

José Antonio Vaca de Osma. Alfonso XIII, el Rey Paradoja. Biblioteca Nueva. 2013.

VVAA. Cartas al Rey. La mediación humanitaria de Alfonso XIII en la Gran Guerra. El Viso. 2018

Carlos Sanz Díaz/Zorann Petrovici (eds.). La Gran Guerra en la España de Alfonso XIII. Sílex. 2019.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Bombardeo del Mercado Central de Alicante

El miércoles 25 de mayo de 1938, a las 11.18 de la mañana, nueve aviones italianos del bando sublevado de la guerra civil española lanzan noventa bombas sobre Alicante, siendo especialmente afectado el Mercado Central, repleto a esas horas por la gente que estaba haciendo la compra.

Aunque el primer bombardeo que cae sobre la ciudad, el de las 8 horas, tiene lugar el 5 de noviembre de 1936, la inmensa mayoría de ellos suceden en la primavera y el verano de 1938. Tampoco hay que olvidar que José Antonio Primo de Rivera es encarcelado en la Prisión Provincial de Alicante por animar al golpe del 18 de julio, siendo por ello ejecutado el 20 de noviembre de 1936. Esto hace que los alicantinos sean vistos por muchos como cómplices morales de su muerte. Al mismo tiempo, la aviación fascista italiana tiene Mallorca como base de operaciones para lanzar bombas en la zona de Levante, por eso Alicante es, en 1937, bombardeada continuamente, y 1938 es el año en que sufre más agresiones de ese tipo, llegando a 600 edificios destruidos al término de la guerra.

Mercado Central de Alicante 1923
Mercado Central de Alicante, 1923. Foto obtenida de la Alicantepedia

Levantado en la Avenida de Alfonso X el Sabio, el Mercado Central de Alicante se terminó de construir en 1922. Se decoró con componentes modernistas, siendo ideado por el arquitecto Francisco Fajardo Guardiola. El bombardeo del 25 de mayo de 1938 está dentro del plan de terror del bando sublevado en el área de influencia del Mediterráneo y Levante. A las 8.10 de ese día, los capitanes de Prato y Zigiotti, pertenecientes a la aviación fascista italiana, se ponen al mando de 9 aviones Savoia S-79 Sparviero (gavilán) y despegan desde Mallorca, llegando a Alicante a las 11.18. Durante 15 minutos, y en dos pasadas, se hicieron explotar 90 bombas sobre el Mercado Central de la ciudad y otros edificios, como aquel en el que se alojaban las rotativas del diario republicano El Luchador (icono alicantino sito en la actual calle San Francisco, antigua Ángel Pestaña) y cincuenta construcciones más.

Aviones Sparviero
Aviones Savoia Marchetti SM 79 Sparviero. Foto obtenida de la Alicantepedia

Se habla de un espectáculo infernal posterior al ataque: «Vi cadáveres destrozados (…). Estaba en Correos cuando comenzó la pesadilla. Me desplacé al mercado para ayudar en lo que pudiera y me quedé paralizado de horror. Entre varios, trasladamos algunos heridos a la Casa de Socorro, pero ya no había sitio para más. Hasta las aceras próximas se hacinaban los moribundos, entre gritos de dolor y espanto».

¿Cómo fue posible que tuviera lugar semejanza matanza? No sonaron las alarmas antiaéreas porque los aviones esquivaron las escuchas que estaban orientadas al mar, en el puerto y en la playa del Postiguet, dando un rodeo por Santa Pola, situada a 19,2 km al suroeste de Alicante. Testigos de la tragedia cuentan que la segunda descarga estropeó el reloj del mercado, dejando de funcionar y recordando para siempre la hora de la matanza. También contribuyó que población afín al bando sublevado había hecho correr la voz de que había llegado un gran cargamento de sardinas y también de alcachofas, y aquella gente que pasaba hambre por la escasez de la guerra no dudó en hacer cola para coger algo que llevarse a la boca. Después del bombardeo, las mismas carretas que sirvieron para llevar las sardinas sirvieron para llevarse los cadáveres de las víctimas. Murieron sobre todo ancianos, mujeres y niños, la gente que va a la compra porque no tiene que ir a trabajar fuera de su casa.

Vista aérea del Mercado Central bombardeado
Vista aérea del Mercado Central bombardeado, 1938. Foto obtenida de la Alicantepedia

¿Qué motivos llevaron a bombardear el mercado y, además, en una hora de mayor afluencia de público? Según el historiador Pablo Rosser, «porque es un objetivo civil: se busca hundir la moral de la población y causar el mayor número de víctimas».

Y hablando del número de víctimas, los cálculos no son nada precisos. En el Registro del Cementerio Municipal figuran 275 muertos, a los que habría que sumar las bajas de otras poblaciones; en el Archivo Municipal de Alicante, 393. Según información recabada por Vicente Gozálvez Pérez «las víctimas directas de la guerra civil en la provincia de Alicante serían un total de 1.389 entre 1937 y 1940. A las cifras anteriores hay que añadir las inscripciones diferidas de muertes». En un día más de la quinta parte del total.

En cuanto al número de heridos, se cree que pudieron ser unos 1.000. Casi todas las víctimas fueron sepultadas en fosas comunes en el Cementerio Municipal de Alicante, donde los mandos franquistas pusieron una inscripción recordando el «fatal accidente». Mucha gente huyó de la zona, la columna del miedo, lo que hizo que se tuviera que presionar a los trabajadores de determinados sectores para que la ciudad siguiera funcionando.

Ruinas ocasionadas por el bombardeo
Ruinas ocasionadas por el bombardeo. Foto obtenida de la Alicantepedia

Pese a todo, este no fue el ataque aéreo de la guerra civil más recordado sino el de Gernika (26 de abril de 1937), mucho más conocido que otros por la publicidad que dio al mismo el cuadro que pintó Picasso, aunque se cree que en la localidad vasca murió mucha menos gente. La noticia acerca del impactante suceso ocurrido sobre la ciudad levantina el 25 de mayo de 1938 traspasó las fronteras, pero al terminar el conflicto el franquismo impuso borrar la memoria de la tragedia.

De todos modos, el eco de lo sucedido llegó hasta Francia y el Reino Unido. En Francia, se dijo que la ciudad se había bombardeado sistemáticamente para socavar la moral de la población. En el Reino Unido, se organizó la tarea de hacer averiguaciones in situ tres meses después de la masacre. Se concluyó que fue un acto preconcebido. El Vaticano disgustó a Franco con la condena que hizo de la agresión. Este tipo de actos se convirtieron en algo normal y dejaron de llegar condenas del extranjero.

A pesar de los esfuerzos en contra, la tradición oral prevaleció para mantener la memoria, pero no fue hasta 2013 en que se inauguró un monumento en la Plaza del 25 de mayo, que está en la parte de atrás del Mercado Central. Se trata de una obra de Elena Albajar formada por varias placas de aluminio que simbolizan a los aviones que soltaron la devastación sobre la ciudad.

Monumento en recuerdo de las víctimas del bombardeo del Mercado Central
Monumento en recuerdo de las víctimas

El último bombardeo que sufrió Alicante tuvo lugar el 28 de marzo de 1939, cuatro días antes del final de la guerra civil.

Bibliografía

Díaz Pomares, G. (2018). 25 de mayo de 1938. El trágico bombardeo de Alicante en la documentación italiana. Historia Actual Online, nº46.123-136.

Gozálvez Pérez, Vicente (1988). La dinámica de la población en la provincia de Alicante durante la guerra civil. Comunicación presentada a las Jornadas sobre Movimientos migratorios provocados por la guerra civil española, celebradas en la Universidad de Salamanca del 15 al 17 de diciembre de 1988, organizadas por el Ministerio de Cultura. Archivo Histórico Nacional.

Marquina Barrio, Antonio. La diplomacia vaticana y la España de Franco (1936-1945). CSIC.1983.

Moreno, Francisco. (2010). La represión franquista en la provincia de Alicante. Nuestra bandera: revista de debate político, nº224-225. 155-179.

Moreno Fonseret, Roque (coord.). La aviación fascista y el bombardeo del 25 de mayo de Alicante. Universidad de Alicante/Universitat d’Alacant, Servicio de Publicaciones. 2018. 182 págs.

Moreno Sáez, Francisco (coord.). La recuperación de la memoria histórica en la provincia de Alicante. Asociación de Estudios Miguel Hernández de Alicante. 2011.

Ors Montenegro, Miguel. La represión de guerra y posguerra en Alicante (1936-1945). Instituto Juan Gil-Albert. Alicante. 1995.

Pérez Oca, Miguel Ángel. La tragedia olvidada. 3ª edición. Club Universitario. 2019. 224 págs.

domingo, 28 de marzo de 2021

Elena de Baviera

Todos conocemos la historia de Isabel de Austria, la celebérrima Sisi, que se casó con el emperador Francisco José. Pero, ¿alguien se acuerda de su hermana Elena, la destinada a casarse con el emperador de Austria en vez de Isabel? Hija de Maximiliano, duque en Baviera, y de Ludovica, princesa real de Baviera, Elena Carolina Teresa de Wittelsbach nace en Múnich el 4 de abril de 1834, siendo la tercera hija de sus progenitores, después de Luis y Guillermo, fallecido en el primer año de vida. Ostenta el título de duquesa en Baviera.

Elena de Thurn und Taxis  retratada por Erich Correns (1859)

Nené (como era familiarmente conocida Elena) y sus hermanos crecieron como cabras locas si los comparamos con otros jóvenes de su familia, pero al menos disfrutaron del contacto con la naturaleza, algo vedado a los jóvenes más cercanos a la Corte. La familia vivía de forma habitual en el Palacio de Possenhofen, y podían disfrutar de las comodidades de una casa burguesa y, al mismo tiempo, de un hermoso bosque y del lago Starnberg. Quizás porque se lo habían inculcado pensando en un compromiso ventajoso, Elena era la más formal de sus hermanos. Según fue creciendo, se volvió una persona muy religiosa y se ocupaba de los más necesitados, a la vez que era muy tímida y pensativa.

El 18 de febrero de 1853, János Libényi, nacionalista húngaro, perpetra un atentado en la persona de Francisco José. El emperador sufrió una herida en el cuello, pese a lo cual sobrevivió a la agresión. Si uno de los deberes de un heredero es casarse para hacer pervivir su dinastía, este hecho le hizo ver a la archiduquesa Sofía, madre de Francisco José y hermana de Ludovica, de la necesidad de celebrar un matrimonio lo antes posible. Y puso manos a la obra. Fue una búsqueda muy concienzuda. Se trataba de dar, no sólo con una esposa, sino también con una emperatriz. Hasta que dio con la persona adecuada. Se trataba de Elena, hija de Ludovica, y por tanto prima hermana de Francisco José. Era duquesa, pero nieta de un rey. Además, con la elección se garantizaba no ofender a ninguna corte que hubiera pensado en alguna princesa propia para el puesto de emperatriz. Para entonces, la archiduquesa Sofía, madre del emperador, ya había opinado más de la cuenta sobre la educación de sus sobrinos ducales, así que, para asegurarse de ver a Elena en el entorno imperial, Ludovica enseñó a su hija francés y el tan temido ceremonial español.

Maximiliano Antonio Lamoral, Príncipe Heredero de Thurn und Taxis

Llegado el momento adecuado, Ludovica (madre de Elena) y Sofía (madre de Francisco José), se reunieron en Bad Ischl el 16 de agosto de 1853, llevando a sus respectivos hijos al encuentro (los jóvenes solo se habían encontrado anteriormente en una ocasión, en Innsbruck). La excusa era el 23 cumpleaños de Francisco José (nacido en el Palacio de Schönbrunn el 18 de agosto de 1830), pero en el aire pesaba un compromiso. Un inciso: según las películas de Ernst Marischka, Francisco José no se enteró de que Elena tenía que ser su novia hasta que su madre no se la puso delante, mientras que Elena estuvo al corriente desde el principio. Todo esto se hizo a espaldas del padre de la novia, el duque Maximiliano, que no gozaba de excesivas simpatías en Viena porque su forma de actuar y de pensar no encajaba demasiado bien con la rigidez de la Corte (en realidad era que ni él tragaba a Sofía, ni Sofía le tragaba a él). Para disimular un poco de cara a Maximiliano, la duquesa y su hija Elena hicieron el viaje acompañadas de una de las hermanas de ésta, Isabel. Quizás pensaron que así evitarían que el duque pudiera tener alguna actitud inadecuada que pudiera arruinar los planes casamenteros (fueron muy injustas con él, el duque Maximiliano era infinitamente más prudente de lo que pensaban).

Llegaron el día 16, según lo previsto pero no se sabe cómo, pues el viaje no pudo ser más caótico: tuvieron que parar por un dolor de cabeza espantoso que le dio a Ludovica, una tormenta hizo llegar a las doncellas que llevaban el equipaje después de ellas... Para colmo de males, iban vestidas de negro porque un pariente había fallecido recientemente. Así que el polvo del camino tornó los vestidos en color gris polilla. Una de las camareras de Sofía ayudó a las damas lo más rápido que pudo, sobre todo a Elena, antes de que las viera Francisco José. En realidad, a Isabel no le hicieron ni caso, así que tuvo que peinarse sola. Sofía, que vio la actitud de la adolescente al arreglarse, se deshizo en elogios hacia ella en una carta dirigida a una de sus hermanas. Quizás todo eso le distrajo y no se dio cuenta que la que no iba tan bien era Elena, y eso fue determinante para el futuro de la joven: cuando Francisco José se encontró con sus primas, se enamoró de Isabel y pasó de Elena, que quizás le resultó demasiado seria.

Luisa de Thurn und Taxis (1859-1948)

Lo peor para Elena estaba por venir pues el 17 había baile (aunque el cumple del emperador era el 18), donde quedaron en evidencia sus posibilidades: ninguna. Si su hermana llevaba un traje que le daba aire inocente (y lo era), con ella alguien tuvo la ocurrencia de ponerle una corona de hojas que le sentaba mal (¿Sofía no le pudo dejar una diadema con piedras preciosas?). No sé si alguien sacó a bailar a Elena, pero sí que fue la última en darse cuenta cuál era la elección imperial. Sofía no vio esto con buenos ojos: Isabel le había caído bien, pero no hasta el extremo de permitir que se casara con su hijo. Se le había metido entre ceja y ceja que su niño se casara con Elena la cual, a estas alturas, ya debía estar más que descompuesta. Sofía le regaló a Elena un crucifijo de plata pensando que de esa forma se consolaría, pero parece que sirvió de bien poco. Tampoco ayudó ver cómo llegaban a la residencia familiar de Possenhofen los maestros que enseñarían a Elisabeth cómo ser emperatriz, lo que tendría que haber sido Elena. Quién sabe si le sirvió de consuelo las cartas que la nueva emperatriz envió después a su familia (Elisabeth y Francisco se casaron en Viena el 24 de abril de 1854). En ellas se leían quejas del protocolo de la Corte, de la frialdad de la gente que le rodeaba y, sobre todo, del trato recibido de la archiduquesa Sofía, la suegra (otra a la que le hubiera gustado ser emperatriz). Pero a los 20 años Elena seguía soltera, y para las costumbres de la época ya se le estaba pasando el arroz. Empezaba a perder interés como princesa casadera.

Su madre, Ludovica, buscó un pretendiente por todos los sitios que se le ocurrieron, hasta que en 1856 dio con el Príncipe Heredero Maximiliano de Thurn und Taxis, gente de mucho dinero, muchísimo. Ludovica invitó a la familia del pretendiente a Possenhofen, los jóvenes se gustaron y se acordó el compromiso. Como la familia de Maximiliano no tenía tanto rango como la de Elena, estaban encantados con la idea de emparentar con el emperador, aunque sea de refilón, pero el rey Maximiliano de Baviera, a quien sus familiares tenían que pedir permiso para casarse, veía que al novio de su sobrina le faltaba qualité y, poniendo a prueba los nervios de Elena y Ludovica, le puso pegas al compromiso. Quizás por vergüenza (no hay que olvidar...), Elisabeth movió los hilos para favorecer la unión, celebrándose la boda el 24 de agosto de 1858 en la casa familiar de la novia, Possenhofen. Por fin Elena consigue casarse cuatro meses después de cumplir 24 años, pasando a ser princesa consorte de Thurn und Taxis. Elisabeth y Elena volverían a contarse sus alegrías y, sobre todo (como se vería con el tiempo), sus penas. A pesar de eso, puede decirse que Elena y Maximiliano fueron felices. Tenían cosas en común y les gustaba ocuparse de los demás. A la boda de Elisabeth y de Elena siguen las de sus otros hermanos: Luis en 1857, María Sofía en 1859, Matilde Ludovica en 1861, Carlos en 1865, Sofía Carlota en 1868, Maximiliano en 1875. Los chicos parece que se casaron por amor (Luis y Carlos en dos ocasiones), lo de las chicas fue otra historia.

Princesa Elisabeth de Thurn und Taxis

Elena no tarda en darse cuenta que están esperando su primer hijo. Eso, unido al apoteósico recibimiento que tiene la pareja en Ratisbona, haría muy feliz a los esposos. La pareja llegó a tener cuatro hijos: Luisa (nacida en 1859), que se casó con el príncipe Federico de Hohenzollern-Sigmaringen; Elisabeth (nacida en 1860), se desposó con Miguel de Portugal, pretendiente al trono portugués; Maximiliano María (nacido en 1862) no se casó; y Alberto (nacido en 1867) contrajo nupcias con Margarita Clementina de Austria. Pero no era el destino de Elena y Maximiliano ser felices por mucho tiempo. Cuando Elena estaba nuevamente en estado de nueva esperanza, esta vez de su hijo Alberto, la buena noticia se vio ensombrecida por los problemas de salud de su marido, que envejece y engorda en poco tiempo. Ya es tarde cuando se averigua lo que le pasa: problemas renales y que no tenía solución. Murió el 26 de junio de 1867, a los 36 años de edad. La unión no había durado ni diez años. A pesar del dolor, Elena tuvo que hacerse cargo de la herencia de la familia, y su espíritu no volvió a ser el de antes. Como dato curioso, decir que solo siete días antes, Maximiliano de México, primo hermano de Elena y hermano de Francisco José, fue fusilado en Querétaro. Su consorte, Carlota, había recorrido infinidad de cortes europeas buscando apoyo para su marido y solo encontró el silencio. Se volvió loca.

Maximiliano María de Thurn y Taxis

Elena se quedó sola con cuatro hijos, el pequeño no tenía ni dos meses, pero era viuda de los Thurn und Taxis, la mayor fortuna de Baviera. No dudó en ayudar a su suegro en la gestión del patrimonio familiar. Eran momentos muy difíciles. La política que siguió Otto von Bismarck por la Unificación Alemana, finalizada en enero de 1871, les quitó la exclusividad del Bavarian Post. El suegro, el príncipe Maximiliano Carlos de Thurn und Taxis falleció el 10 de noviembre del mismo año: fue testigo de la pérdida patrimonial, aunque para finales de los 80 los Thurn und Taxis ya habían conseguido remontar.

A Elena le esperan nuevas desgracias. Su hija Elisabeth, que en 1877 se había casado con el príncipe Miguel de Braganza, murió en 1881 a los 21 años por los daños sufridos en el parto de su tercera hija. Elisabeth deja tres hijos. Elena sintió que se volvía loca y necesitó refugiarse en la soledad. En 1883, cuando Maximiliano (el mayor de los hijos varones de Elena) cumple 21 años, se convierte en el titular del Principado de Thurn und Taxis, y empieza a ocuparse de los negocios de la familia. Pero Maximiliano también había heredado de su padre la mala salud. Una escarlatina sufrida en la infancia le deja secuelas, y en 1885 una embolia pulmonar se lo lleva a la tumba. Elena vuelve a hacerse cargo del negocio familiar hasta la mayoría de edad de Albert en 1888. El dañado espíritu de Elena aún pudo recibir una alegría: el compromiso de su hijo con Margarita Clementina de Austria, y los lazos que con ello se establecían: era tataranieta del emperador Leopoldo II y también de Luis Felipe de Orleans. Había más lazos con familia reales pero este, quizás, el más importante para Elena.

Alberto de Thurn und Taxis y su esposa Margarita Clementina de Austria en 1890. Autor: Károly Koller

Llegó un momento en que la soledad era necesaria para Elena, y buscó entre cuatro paredes aquella que le protegía del mundo. Y todavía tuvo tiempo de ver dos pérdidas más: su padre, el duque Maximiliano, que muere con ochenta años (su madre le sobrevivió dos años), y su sobrino Rodolfo, el archiduque heredero del trono de Austria-Hungría, muerto en extrañas circunstancias. Pero tanta desgracia vivida hizo mella en su salud, y una extraña enfermedad en la garganta no le dejaba alimentarse. Elisabeth se apresuró a viajar a su lado para pasar junto a su hermana Elena sus últimos días. Aún les quedaban muchas cosas de que hablar. Y hablaron en inglés, idioma que tanto Elena como Elisabeth empleaban para tener un poco de intimidad en un entorno tan indiscreto. Finalmente, el cuerpo y el espíritu de Elena no aguantaron más, y la enfermedad terminó de consumir su cuerpo el 16 de mayo de 1890, en Ratisbona. Durante el funeral se pudo ver el gran cariño (correspondido) que el pueblo de esa ciudad tenía a su princesa, que lo era por matrimonio, pero la quisieron como si fuera una más de ellos.

Elena de Baviera, Princesa Heredera de Thurn und Taxis

BIBLIOGRAFÍA

Dallmeier, Martin. Das Fürstliche Haus Thurn und Taxis. 300 Jahre Geschichte in Bildern. Pustet. Regensburg. 1980.

Gröβing, Sigfrid-Maria. Sisi und ihre Familie. Ueberreuter. 2017.

Gröβing, Sigfrid-Maria. Zwei Bräute für einen Kaiser, Sisi und ihre Schwester Nene. Mittelbayerischer Verlag. 1999.

Hamann, Brigitte. Sisi, emperatriz contra su voluntad. Juventud. 1989.

Panzer, Marita A. Fürstinnen von Thurn und Taxis. Friedrich Pustet Verlag. 2008.

WEBS

https://www.thurnundtaxis.de/

lunes, 31 de agosto de 2020

Las declaraciones de guerra. La Primera Guerra Mundial

El 28 de junio de 1914 tiene lugar la llamada crisis de julio o crisis de Sarajevo: el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría, y su esposa Sofía Chotek, Duquesa de Hohenberg. Este magnicidio desencadenó una crisis diplomática que no se pudo controlar, llegando finalmente al estallido de la guerra cuando el 28 de julio de 1914, Austria-Hungría declara la guerra a Serbia.

Francisco Fernando y Sofía

En contra de lo que se podría pensar, no todas las declaraciones de guerra tuvieron lugar inmediatamente después de esa fecha, muchas ni siquiera tuvieron lugar el mismo año. Cada vez que un país se apuntaba al carro de la guerra, solía ser respondiendo a alianzas que habían sido pactadas antes de que empezara el conflicto, como es el caso del Reino Unido y Francia; otras veces, un país esperaba a ver cómo transcurría la guerra y, según su conveniencia, se situaba en uno u otro bando, como es el caso de Italia.

Casi todas las declaraciones de guerra tuvieron lugar entre países europeos, pero Japón también se sumó a la guerra, y lo hizo del lado de los Aliados, pues Alemania atentaba a sus intereses en Extremo Oriente; y a partir de 1917 varios países hispanoamericanos se sumaron al conflicto empujados por intereses comerciales con Estados Unidos o para ganar terreno en el concierto internacional.

A continuación, vamos a ver una relación de fechas de las declaraciones de guerra que tuvieron lugar a lo largo de los cuatro años de conflicto, quién tomó la iniciativa en semejantes actos y a quién iban dirigidas esas declaraciones.

1914

28 de julio. Austria-Hungría declara la guerra a Serbia, a quién acusa de estar detrás del atentado de Sarajevo. El Jefe del Estado de Austria-Hungría es el emperador Francisco José I, de la Casa de Habsburgo-Lorena. El rey de Serbia es el rey Pedro I, Casa de Karađorđević.

Francisco José I de Austria-Hungría (izquierda). Pedro I de Serbia (derecha)

El 31 de julio Alemania advierte a Rusia y Francia por última vez respecto a su posición en el conflicto. Rusia apoya a Serbia declarando la movilización general.

1 de agosto. Alemania declara la guerra a Rusia, que había respondido a Austria-Hungría (aliada de Alemania) movilizando sus tropas para defender los intereses serbios. El Jefe del Estado en Alemania es el emperador Guillermo II, de la Casa de Hohenzollern. Al frente de Rusia está el zar Nicolás II, de la Dinastía Romanov.

Guillermo II de Alemania (izquierda). Nicolás II de Rusia (derecha)

2 de agosto. Alemania ocupa Bélgica.

3 de agosto. Alemania declara la guerra a Francia, que había ignorado la exigencia alemana de mantenerse al margen en caso de conflicto entre Alemania y Rusia, aliada de Francia. El Jefe del Estado en la República Francesa es Raymond Poincaré.

Raymond Poincaré

4 de agosto. Alemania declara la guerra a Bélgica. Después de invadir Luxemburgo el día 2, el día 3 Alemania había entrado en Bélgica, que había rechazado cederle el paso a Alemania para que pudiera llegar hasta Francia. Al frente de Luxemburgo está la Gran Duquesa María Adelaida, de la casa de Nassau-Weilburg y en Bélgica el rey Alberto I, de la Casa de Wettin.

María Adelaida de Luxemburgo (izquierda). Alberto I de Bélgica (derecha)

4 de agosto. Reino Unido declara la guerra a Alemania. Al plasmarse el plan alemán de atravesar Bélgica para llegar a Francia, aliada del Reino Unido, ésta presionó a los alemanes para que respetaran la neutralidad belga, pensando en preservar territorio francés, pero Alemania entró igualmente en Bélgica, provocando la respuesta británica. El Jefe del Estado en el Reino Unido es el rey Jorge V, primero de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, luego reconvertida en Casa de Windsor. Italia aún no se ha incorporado al conflicto.

Jorge V del Reino Unido (izquierda). Nicolás I de Montenegro (derecha)

5 de agosto. Montenegro declara la guerra a Austria-Hungría. Montenegro y Serbia son aliados frente a los Imperios Centrales. En este momento, el Jefe del Estado en Montenegro es el rey Nicolás I, de la Casa de Petrović-Njegoš.

5 de agosto. Austria-Hungría declara la guerra a Rusia. Como respuesta a la declaración de guerra de Austria-Hungría a Serbia, Rusia inició la movilización de sus tropas para defender los intereses serbios, pero Rusia no respondió a las exigencias austro-húngaras de detener su inmensa maquinaria de guerra.

6 de agosto. Serbia declara la guerra a Alemania, aliada de Austria-Hungría, país que había declarado la guerra a Serbia.

8 de agosto. Montenegro declara la guerra a Alemania como apoyo a Serbia, a quién ha declarado la guerra Austria-Hungría, aliada de Alemania.

11 de agosto. Francia declara la guerra a Austria-Hungría. Francia es aliada del Reino Unido y de Rusia.

12 de agosto. Reino Unido declara la guerra a Austria-Hungría. El Reino Unido es aliado de Francia y de Rusia.

23 de agosto. Japón declara la guerra a Alemania. La participación de Japón viene dada porque una flota de barcos alemanes cruza aguas territoriales de China (con quien Japón tiene disputas territoriales) y Japón presenta una protesta a las autoridades alemanas, protesta que no es contestada. El Jefe del Estado en Japón es el emperador Yoshihito.

25 de agosto. Japón declara la guerra a Austria-Hungría, aliada de Alemania.

Yoshihito de Japón (izquierda). Mehmed V de Turquía (derecha)

28 de agosto. Austria-Hungría declara la guerra a Bélgica, invadida días atrás por Alemania, aliada de Austria-Hungría.

4 de noviembre. Rusia declara la guerra a Turquía, aliada de Alemania y Austria-Hungría. Para llegar a este punto, Turquía había recibido la promesa alemana de recuperar los barcos de guerra que había incautado el Reino Unido a los turcos. Así mismo, Turquía tendría que recuperar las partes de su suelo situados en territorios europeos. El Jefe de Estado en Turquía es el sultán Mehmed V.

4 de noviembre. Serbia declara la guerra a Turquía, cuyas aspiraciones afectaban los intereses territoriales de Rusia, aliada de Serbia.

5 de noviembre. Reino Unido declara la guerra a Turquía. El Reino Unido es aliado de Rusia, que se ve afectada por las ambiciones territoriales de Turquía.

5 de noviembre. Francia declara la guerra a Turquía. Francia es aliada de Rusia.

1915

23 de mayo. Italia declara la guerra a Austria-Hungría, y entra en la contienda del lado de Francia, Reino Unido y Rusia. Italia y Austria-Hungría habían sido aliados, pero al estallar la guerra, decidió permanecer al margen porque Austria-Hungría alegando que Austria-Hungría actuó como agresora, no en defensa propia. El Jefe de Estado en Italia es el rey Víctor Manuel III, de la Casa de Saboya.

Víctor Manuel III de Italia (izquierda). Domenico Fattori (derecha)

3 de junio. San Marino declara la guerra a Austria-Hungría. Sigue la estela italiana. Es una república representada por dos capitanes regentes, Domenico Fattori y Ferruccio Martelli.

21 de agosto. Italia declara la guerra a Turquía. Italia es aliada de Rusia, que ve afectados sus intereses territoriales por Turquía.

14 de octubre. Bulgaria declara la guerra a Serbia, pues es aliada Alemania y Austria-Hungría. El Jefe de Estado búlgaro es el zar Fernando I, de la Casa Real de Sajonia-Coburgo-Gotha, y vinculado a la Casa Wettin.

15 de octubre. Reino Unido y Montenegro declaran la guerra a Bulgaria, aliada de Alemania y Austria-Hungría.

Fernando I de Bulgaria (izquierda). Bernardino Machado (derecha).

16 de octubre. Italia y Francia declaran la guerra a Bulgaria, aliada de Austria-Hungría y Alemania.

1916

9 de marzo. Alemania declara la guerra a Portugal, aliada del Reino Unido. A principio de 1916, Portugal se apropió de una serie de navíos germanos fondeados en el puerto de Lisboa. En la fecha, el presidente de la república es Bernardino Machado.

15 de marzo. Austria-Hungría declara la guerra a Portugal. Austria-Hungría es aliada de Alemania.

28 de agosto. Rumanía declara la guerra a Austria-Hungría. Rumanía tenía firmado un pacto secreto con Alemania y Austria-Hungría, el pacto le obligaba a defender a Austria-Hungría en caso de que fuera agredida, pero alegó que la agresora fue Austria-Hungría para no implicarse (como ocurrió con Italia). El monarca era germanófilo, la opinión pública aliadófila. Para ganarse a Rumanía, los aliados le garantizaron Transilvania. El rey rumano es Fernando I de la Casa Hohenzollern-Sigmaringen.

28 de agosto. Italia declara la guerra a Alemania. Italia ya se había posicionado del lado del Reino Unido, Francia y Rusia.

28 de agosto. Alemania declara la guerra a Rumanía, posicionada del lado de los aliados.

Fernando I de Rumanía (izquierda). Woodrow Wilson (derecha)

30 de agosto. Turquía declara la guerra a Rumanía. Turquía es aliada de Alemania y Austria-Hungría, y Rumanía de Francia, Reino Unido y Rusia.

1 de septiembre. Bulgaria declara la guerra a Rumanía. Cuando Rumanía entra en guerra eso impide la normalización del frente búlgaro. A Bulgaria no le queda otra que implicarse más en el ataque dirigido contra las tropas rusas situadas en territorio rumano.

1917

2 de abril. Estados Unidos declara la guerra a Alemania. Desde febrero de 1915, las Islas Británicas sufrían un bloqueo naval promovido por Alemania con el fin de dificultar el suministro de alimentos y material bélico (especialmente el procedente de Estados Unidos), y hacer claudicar a las Islas. Pero Alemania reanudó su costumbre de atacar buques americanos civiles. El casus belli fue el hundimiento del barco de pasajeros Lusitania el 7 de mayo de 1915, y la puntilla el hundimiento del carguero Vigilentia en marzo de 1917. Todo esto, unido a la defensa de los intereses económicos de Estados Unidos con Gran Bretaña y Francia, empuja a Estados Unidos a participar en la guerra. El presidente de los Estados Unidos era Woodrow Wilson.

7 de abril. Panamá y Cuba declaran la guerra a Alemania. Panamá y Cuba son aliados de Estados Unidos. Panamá y Estados Unidos miran al Canal. En cuanto a Cuba, «las violaciones del Derecho de Gentes» y los «lazos de confraternidad» con Estados Unidos la empujan a la guerra. El presidente de Panamá es Ramón Maximiliano Valdés Arce, del Partido Liberal, y el de Cuba es Mario García Menocal, del Partido Conservador.

Ramón Maximiliano Valcés Arce (izquierda). Mario García Menocal (derecha)

27 de junio. Grecia declara la guerra a Austria-Hungría, Bulgaria, Alemania y Turquía. Grecia está dividida entre los partidarios de Alemania y Austria-Hungría, encabezados por el rey, y los partidarios de los aliados, encabezados por el primer ministro, aunque al final se ponen de acuerdo y entran en la guerra del lado de los aliados. El rey de Grecia era Constantino I.

Constantino de Grecia (izquierda). Rama VI (derecha)

22 de julio. Siam declara la guerra a Alemania y Austria-Hungría. Siam era un reino situado en el centro del sudeste de Asia, que comprendía los territorios de lo que hoy es Tailandia, Camboya y Laos. Cuando la Gran Guerra estalló en Europa en 1914, Siam decidió permanecer neutral, tenía intereses económicos con ambos bandos. Pero cuando Estados Unidos entró en la contienda, el afán de ganar protagonismo y la formación británica de su monarca hizo que Siam se decantara por el bando aliado. El rey de Siam era Rama VI.

4 de agosto. Liberia declara la guerra a Alemania. A pesar de los intereses comerciales que vinculaban Alemania con Liberia, ésta se decidió a apoyar el bando aliado porque su territorio estaba rodeado de colonias británicas y francesas. El presidente de Liberia es Daniel Edward Howard, de los True Whig, liberales.

Daniel Edward Howard (izquierda). Feng Guozhang (derecha)

14 de agosto. China declara la guerra a Alemania y Austria-Hungría. China deseaba que las grandes potencias reconocieran el nuevo régimen, la república, y ganar un puesto por méritos propios en las negociaciones posteriores a la guerra. El presidente de la república de China era Feng Guozhang, de la camarilla de Zhili.

26 de octubre. Brasil declara la guerra a Alemania. A pesar de ser inicialmente neutral, los efectos de la guerra submarina sobre la flota aliada, llevaron a Brasil a ocupar con sus barcos la ruta de los barcos aliados. Pero los submarinos alemanes también atacaron los barcos brasileños, lo que empujó definitivamente a Brasil a meterse en la guerra, siendo el único país sudamericano que participó de lleno en la guerra. El presidente de Brasil era Venceslau Brás, del PRM (Partido Republicano Mineiro).

7 de diciembre. EEUU declara la guerra a Austria-Hungría, aliada de Alemania.

10 de diciembre. Panamá declara la guerra a Austria-Hungría, aliada de Alemania.

Venceslau Brás (izquierda). Manuel Estrada (derecha)

16 de diciembre. Cuba declara la guerra a Austria-Hungría, aliada de Alemania. En su afán de colaborar con el gobierno estadounidense, Cuba presta su apoyo a Estados Unidos «para la defensa de la liberta de los mares y la justicia internacional».

1918

23 de abril. Guatemala declara la guerra a Alemania. Graves terremotos afectan el territorio guatemalteco, pero su condición de aliado de Estados Unidos e intereses económicos, empuja al gobierno del país centroamericano a declarar la guerra a Alemania. Para entonces quedaban casi siete meses de guerra. El presidente era Manuel Estrada Cabrera, del Partido Liberal.

8 de mayo. Nicaragua declara la guerra a Alemania y Austria-Hungría. Apoya a Estados Unidos por intereses económicos. El presidente es Emiliano Chamorro Vargas, del Partido Conservador.

Emiliano Chamorro Vargas (izquierda). Federico Alberto Tinoco Granados (derecha)

23 de mayo. Costa Rica declara la guerra a Alemania. La guerra hace que Costa Rica pierda mercados, por lo que su economía empieza a verse afectada. El presidente es Federico Alberto Tinoco Granados, del Partido Peliquista, sin un programa claro.

12 de julio. Haití declara la guerra a Alemania. Su territorio está ocupado por tropas de los Estados Unidos, que quiere barrer la presencia germana en la zona. El presidente es Philippe Sudre Dartiguenave, puesto ahí por los Estados Unidos.

Philippe Sudre Dartiguenave (izquierda). Francisco Bertrand (derecha)

19 de julio. Honduras declara la guerra a Alemania. Al igual que otros países hispanoamericanos, los intereses económicos es lo que mueve a Honduras a participar en el conflicto mundial. El presidente es Francisco Bertrand, del Partido Nacional de Honduras.

Fueron veintinueve países los que se vieron implicados en las declaraciones de guerra; muchos de ellos no tenían nada que ver entre sí, pero se vieron unidos por una catástrofe de dimensiones planetarias. Muchos se convirtieron después de la guerra en países con futuro; otros, simplemente, dejaron de existir.

Bibliografía

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