Retales de Historia

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domingo, 17 de junio de 2012

Yuri Gagarin

Yuri Gagarin.

Yuri Alexéievich Gagarin nació en Klúshino, provincia de Slensk (al oeste de Moscú) el 9 de marzo del año 1934. En su infancia leyó las novelas de Julio Verne, lo que le influyó en su vocación. También influyó el hecho de que, durante la ocupación nazi, el joven Yuri y sus amigos ayudaron a esconderse a un piloto -cuyo avión fue derribado- para evitar que cayera en manos enemigas. Años más tarde, en 1955 se graduó en la Escuela Técnica de Saratov y en 1957 ya era piloto.

La nave Vostok tal y como fue presentada por la prensa sovietica en su momento.

En 1960 supera el proceso de selección del Programa Espacial Soviético para elegir al primer cosmonauta (como se decía antes en relación a los astronautas soviéticos), y el 12 de abril de 1961 Gagarin se subió al Vostok I y pasó a la historia al convertirse en el primer ser humano que viajó al espacio y regresó vivo (se dice, se comenta que no fue el primero, pero que el otro no volvió), después de haber alcanzado los 327 km de altura sobre la superficie de la Tierra. El paseo de Gagarin y su nave duró 1 hora y 48 minutos, pero con ello la Unión Soviética le ganaba años a Estados Unidos en la carrera espacial. En este momento Yuri Gagarin tenía 27 años.

Dibujo explicativo de cómo era la Vostok I.

Este dibujo también explica cómo era la Vostok I, pero con bastantes más detalles.

El Vostok I tenía forma esférica y apenas sobrepasaba los 2 metros de diámetro. Precisamente el reducido tamaño de la nave hizo que fuera Yuri Gagarin el elegido, no sólo por sus conocimientos técnicos, sino por su escaso 1,57 m de estatura. El Vostok se podía “conducir” de forma manual, aunque siempre estuvo dirigida desde la Tierra. Dio dos vueltas alrededor del planeta. El trabajo de Yuri consistió, básicamente, en comer y hablar como parte de un estudio sobre la conducta del cuerpo humano sin gravedad.

Imagen que muestra cómo quedó la cápsula de la Vostok I en la que viajaba Gagarin.

Esta foto muestra la cápsula por el otro lado.

El viaje de vuelta fue algo más arriesgado. Al regresar nuevamente a la atmósfera, se corría el riesgo de que la nave saliera ardiendo. Por unos minutos, se perdió el control de la nave, pero el calor de la reentrada hizo que -al fin- la cápsula con nuestro héroe en su interior se desprendiera del módulo de equipamientos. Pero nada ni nadie es perfecto, y Gagarin, que había salido disparado de la cápsula, saltó desde una altura de 7.000 metros y aterrizó con su paracaídas en Tajtarova, a bastante más de 300 km del lugar previsto. Cuentan una anécdota y es que una campesina y su nieta fueron las primeras terrícolas en encontrarse con el cosmonauta. La anciana le preguntó a Gagarin si venía del espacio, a lo que él contestó “sí, pero no se preocupe, soy soviético” (aunque sabía hablar en español con acento caribeño).

La imagen nos da la idea de lo reducido del habitáculo en que Gagarin viajó al espacio.

El 27 de marzo de 1968, Gagarin se convirtió en leyenda al estrellarse su avión, un MIG-15. Le acompañaba Vladimir Sirioguin, su instructor. Se especuló hasta el infinito sobre las causas, como siempre que la muerte alcanza a una celebridad: que si Gagarin trató de evitar un globo sonda, que si andaba sobrado de copas… La tesis que hasta ahora ha cobrado más fuerza dice que, estando la nave a 10.000 pies de altura (3.048 metros), Gagarin se dio cuenta de que la cabina no estaba bien cerrada, y decidió descender a una altitud más segura, pero hizo una maniobra demasiado brusca: los ocupantes se desmayaron, por lo que la nave se descontroló y se estrelló.

Sello conmemorativo de la hazaña.

Una última cosa. En aquel lejano 12 de abril, Yuri Gagarin (a quien alguien llamó la “sonrisa de la Guerra Fría”) dijo la siguiente frase: Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos.

Yuri Gagarin, la sonrisa de la Guerra Fría.