Retales de Historia

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domingo, 5 de mayo de 2013

Winterhalter y la realeza

Menzenschwand, pueblecito perdido en un rincón de la Selva Negra alemana, dio al mundo uno de los más célebres pintores de retratos de miembros de casas reales. Aquello ocurrió el 20 de abril de 1805, y el ciudadano ilustre se llamaba Franz Xaver Winterhalter. Los emperadores de Austria, los de Francia, Isabel II de España, la reina Victoria de Inglaterra fueron algunos de los privilegiados que fueron recreados por este retratista, siendo sus obras el mejor testimonio que se tiene de cómo eran. 

Franz Xaver Winterhalter hacia 1865.

Casa natal de Winterhalter en Menzenschwand.

A los trece años, Winterhalter deja su pueblo y se va a Friburgo a estudiar dibujo y litografía. A los 18, está en Múnich protegido por del gran duque de Baden y estudia en la Academia de Artes de Múnich. En 1828 ya está en medios reales al ser el profesor de dibujo en Karlsruke… La verdad es que tiene una carrera meteórica y nunca deja de estar protegido por gente influyente. 

Isabel II de España y su hija Isabel (1852).

Entre 1833 y 1834 estuvo en Italia para estudiar y a la vuelta es nombrado pintor de la corte en Karlsruhe, momento en que hace el retrato de Leopoldo I, Gran Duque de Baden. Está muy bien esta situación, pero decide iniciar la aventura francesa, donde es nombrado pintor de la corte por el rey Luis Felipe de Orleans. A partir de este momento, la carrera de Winterhalter como pintor de casas reales se consolida al mismo tiempo que su prestigio va decayendo entre los colegas de profesión: ya no ven la pintura de su colega como algo respetable sino como una burla a su profesión.

Alberto de Sajonia (1842).

Victoria, reina de Gran Bretaña e Irlanda (1859).

Alberto Eduardo, príncipe de Gales (1846).

Para bien o para mal, Winterhalter se pasa la vida haciendo retratos, pero también gana mucho dinero, a pesar de lo cual llevaba una vida austera. Como es una época convulsa, no todos los retratados están siempre donde los conoció el artista, pero ello no afecta para nada su trayectoria profesional, más bien le propicia poder pintar de nuevo como lo hacía antes de volcarse en los retratos de la realeza. 

Leopoldo I, Gran Duque de Baden (1840).

Luis Felipe de Orleans, rey de Francia (1839).

Podría decirse que su momento álgido fue cuando trabajó como pintor de la corte de Napoleón III, emperador de Francia, pero a quienes hizo más retratos fue a la familia imperial austriaca, en especial a Sisi. En referencia a la corte francesa, decir que retrató al mismo emperador y a su esposa, la célebre Eugenia de Montijo, siendo su obra más famosa aquel cuadro en que se ve a la emperatriz con sus damas de compañía.

Napoleón III, emperador de Francia (1852).

Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia (1862).

La Emperatriz Eugenia rodeada por sus damas de compañía (1855).

Sissi y Francisco José, los emperadores de Austria, fueron retratados también por Winterhalter; de Sisi se conservan retratos que no hacen más que resaltar su legendaria belleza. Así mismo, llegó a retratar a Maximiliano y Carlota de México, hermano y cuñada del emperador de Austria.

Francisco José I, emperador de Austria (1865).

Elisabeth, emperatriz de Austria (1865).

Elisabeth de Austria (1864).

Winterhalter siempre será recordado por mostrarnos el lado amable de la realeza de su época. Por más que se le critique, somos muchos los que hemos pronunciado expresiones de admiración al ver sus cuadros, la belleza de las retratadas y la presencia de los hombres uniformados, ofreciendo en ellas un resultado espectacular (ropas elegantes, decorados de ensueño…). Sus cuadros reflejaban un ambiente de lujo y refinamiento, el de las casas reales de su época; sus detractores dirían que superficial, pero lo cierto es que es hermoso. Muchas de sus obras se conocieron en la época gracias a las reproducciones litográficas. No olvidemos que antes de entrar en el círculo de los royals Franz Xaver se ganaba el sustento como litógrafo.

Maximiliano, emperador de México (1864).

Carlota, emperatriz de México (1864).

Inclasificable, ya sea por admiración o por envidia, Winterhalter era él mismo su propio grupo, no encajaba ni con unos ni con otros. Quizás demasiado romántico, tal vez neo-rococó… 

Italiana con niño (1836).

Florinda (1852).

Después de la guerra franco-prusiana regresa definitivamente a Alemania: aún conservaba su acreditación de la corte de Karlsruhe. En este momento tenía 65 años. Desafortunadamente, ya no le quedaba demasiado tiempo: en 1873 contrajo el tifus, muriendo el 8 de julio de 1873 en Frankfurt.

Estatua de un ángel sobre la tumba de Winterhalter.