Retales de Historia

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jueves, 27 de enero de 2011

La leyenda de Justo Armas


Justo Armas apareció un día en la ciudad de San Salvador. Cuando se le veía en público, iba elegantemente vestido pero descalzo. Cuando murió en 1936, seguían en pie muchos interrogantes. ¿Era Justo Armas el emperador de México, Maximiliano I de Habsburgo?

El fusilamiento de Maximiliano (1867) por Édouard Manet


Según la historia, Maximiliano de Habsburgo llega al trono de México por el afán de Napoleón III en organizar la existencia a todo su entorno. Pero las cosas no salen bien y el emperador francés es el primero en dejar colgado al emperador mexicano, llevándose a todos los soldados galos que quedan en México. Maximiliano es capturado por las tropas republicanas de Benito Juárez el 15 de mayo de 1867, y un mes después, el 19 de junio, es fusilado en compañía de sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro, a las siete y quince de la mañana.

Benito Juárez. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Según la leyenda, Maximiliano sobrevivió. Pero además de católico era masón y las normas de la masonería impiden que sus miembros se maten entre sí: tanto Maximiliano como Juárez eran masones. Éste último se veía ante una disyuntiva: ordenar el fusilamiento del emperador decidido en un juicio sumarísimo o salvar como sea a su hermano masón. Se cree que los soldados encargados de ejecutar el fusilamiento no conocían a Maximiliano de Habsburgo, no sabían cómo era realmente su apariencia física, con lo cual no iban a cuestionar que el hombre que tenían ante ellos era el emperador de México. ¿A quién se le ocurriría algo así en ese momento? Hay unas fotos en las que sale el cadáver de un hombre que dicen que es Maximiliano, pero no se le parece, ni hay claridad en los registros de defunciones de la época.

Maximiliano de Habsburgo. Fotografía tomada de la web buscada con Google


No se sabe si Juárez hizo simular un falso fusilamiento o si hizo la vista gorda a un rescate preparado por otros, lo cierto es que Maximiliano salvó la vida. Después de la ejecución, Juárez publicó una proclama, comunicando que Maximiliano de Habsburgo había sido hecho justo por las armas, y de ahí el nombre con que fue conocida la nueva identidad del supuestamente difunto emperador. Maximiliano iría a El Salvador, donde el capitán general Gerardo Barrios (también masón) facilitaría su estancia en la capital del país.

Justo Armas. Fotografía tomada de la web buscada con Google


El hombre conocido como Justo Armas empezó una vida en San Salvador, a donde llega en 1871. Era un hombre culto, hablaba varios idiomas –entre ellos el alemán– y estaba muy al corriente de quién era quién en las casas reales europeas. Como no podía vivir del aire montó un negocio, un servicio de catering de alto standing: cuando sus servicios eran requeridos, Justo se encargaba de servir un magnífico banquete en platos de porcelana de Sèvres, con cubiertos de plata e iluminaba la estancia con candelabros de plata también.

Cuando le preguntaban por su origen, don Justo contaba ser el único sobreviviente de un naufragio, cerca de Acajutla, y que en medio del peligro, juró que no volvería a llevar zapatos si se salvaba. Despertó en una cabaña, donde lo cuidaba una anciana y los pescadores de la zona pudieron rescatar parte de sus bienes. Pero ¿por qué pudieron recuperar los cubiertos y los candelabros que sólo por el peso se habrían ido al fondo? ¿De dónde salieron todos los objetos personales de Maximiliano que estaban en poder de Justo? Según algunos investigadores, la vajilla que utilizaba Justo en sus comidas era del mismo juego que la Casa Christofle hizo a Maximiliano y Carlota... Además, Justo Armas y el difunto emperador presentaban un parecido inquietante. Vale, Justo iba siempre descalzo, pero eso no impedía que se apreciara en él el porte y la distinción que se le supone a un archiduque.

En 1915, Justo Armas recibe la visita de representantes del gobierno austro-húngaro, y testigos de dicha visita que entendían el alemán, afirman haber oído súplicas de que "regresara a Austria para suceder en el trono a su hermano Francisco José, gravemente enfermo". "Soy mayor y estoy cansado, sólo quiero que me dejen tranquilo" fue lo que se oyó por respuesta. Si esto fuera verdad, sería la muestra de que en Austria-Hungría estaban al corriente de que el archiduque Maximiliano no había muerto, pero por conveniencia habían seguido la corriente a Benito Juárez. Al fin y al cabo, si Maximiliano era demasiado liberal para los intereses de Francia, más aún si cabe para los intereses de la corte austriaca.

Justo había sido acogido por una familia, los Arbizú, entre los que también había masones. De hecho, fueron ellos sus herederos. Cuando llegó su hora de morir, llamaron a un sacerdote, el arzobispo de San Salvador monseñor Belloso Sánchez, con el fin de darle la extremaunción. Justo hizo un repaso de su vida, de las personas que conoció y de su vida en Viena. Al salir de la estancia, el arzobispo manifestó en voz alta el origen imperial de Justo. Cuando Armas se quedó solo en su habitación, vio acercarse a su lecho de muerte una sombra ¿sería la Dama Blanca que se aparecía a los Habsburgo cuando había una muerte inminente en la familia? Y Justo/Máximo murió.

Pasó el tiempo, y hubo gente que quiso demostrar que Maximiliano y Justo Armas eran el mismo hombre. Se han hecho estudios de los rasgos faciales, se han hecho pruebas grafológicas y se han estudiado objetos personales. Todos llegan a una conclusión: Justo era Maximiliano. Pero falta una prueba concluyente, la del ADN, que está pendiente de hacerse porque los Habsburgo alegan que abrir las tumbas de los hermanos de Maximiliano sería un sacrilegio, mientras que los Arbizú no pusieron ningún inconveniente en que se tomara una muestra del ADN de Justo.

Justo Armas murió en San Salvador en 1936, pero no he conseguido encontrar dónde está tu tumba...



NOTA DE LA AUTORA:

Por primera vez en la historia del blog, tengo la ocasión de reeditar un post gracias a la colaboración de uno de mis lectores. Por cortesía de D. Carlos Ernesto Cortez Tejada, puedo añadir la fotografía de la tumba de Justo Armas y, para acompañar a la misma, tomo prestadas parte de las palabras que el Sr. Cortez Tejada escribió a modo de comentario. Estimado autor: Don Justo Armas está sepultado en el Cementerio de Los Ilustres de San Salvador, la capital salvadoreña. Se encuentra enterrado en la tumba de la familia Arbizú Bosque, la familia que lo acogió y con la cual vivió durante toda su estancia en San Salvador.

Tumba de la familia Arbizú Bosque, lugar donde se encuentra enterrado Justo Armas.

lunes, 17 de enero de 2011

El terremoto de San Francisco de 1906

Todos los años, el Departamento de Bomberos de San Francisco celebra una ceremonia que tiene lugar a las 5:12 de la mañana. El motivo es recordar el terremoto y posterior incendio que asolaron la ciudad el 18 de abril de 1906. Los expertos creen que el seísmo alcanzó una magnitud de 8,2 en la escala de Richter, escala que alcanza hasta el 9 pero no está cerrada. El epicentro tuvo lugar en Daly City, a 5,31 kilómetros al sur de San Francisco, y se sintió a más de 500 kilómetros.

En 1906, San Francisco es la novena ciudad en importancia de los Estados Unidos y tiene 400000 habitantes, de los cuales sólo la mitad eran nativos. Una parte se halla sobre colinas que alcanzan unos 285 metros de altitud. La ciudad se encuentra en el estado de California, que dispone de grandes recursos naturales: oro, sal, hierro, plata... San Francisco tenía muchos teatros y su Ópera recibía a los artistas más célebres.

Falla de San Andrés. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Pero no todo era perfecto… En California está situada la falla de San Andrés, de 970 kilómetros, más o menos. Va desde Oregón, al norte, hasta el desierto de Mojave, al sureste de California. Se encuentra entre la placa de Norteamérica y la del Pacífico: ahí las dos placas tratan de deslizarse una encima de la otra; cuanto más tiempo se obstruyan entre sí, más fuerte será el terremoto que tenga lugar.

Y llegó el fatídico día. Para relatar los primeros momentos, queremos incluir un fragmento del testimonio del gran tenor italiano Enrico Caruso, que se encontraba en la ciudad para representar el papel de Don José en la ópera Carmen de Bizet: «me encontraba en el Hotel Palace, donde tenía una habitación en el quinto piso. […] Me desperté alrededor de las 5, sentía que mi cama se balanceaba. Me levanté, fui a la ventana y miré fuera. Vi los edificios derribándose, y oía los gritos de hombres, mujeres y niños. Permanecí sin moverme unos cuarenta segundos. […] El yeso del techo cayó como una gran ducha, cubriendo todo el mobiliario…» Dicen que Caruso no volvió a San Francisco en su vida.

San Francisco asolada por el terremoto de 1906. Fotografía tomada de la web buscada con Google


En realidad no fue un solo terremoto, nunca es uno solo, sino que empieza uno y luego viene una réplica, o las que sean, que son las que rematan la faena. Pero peor que el terremoto, fue el incendio que vino después: hay muchas teorías sobre esto, pero lo más probable es que, al romperse los edificios, se rompieron también los conductos de gas lo que originó un incendio que tardó tres días en extinguirse por completo, pues también se rompieron los conductos del agua. La mayor parte de los edificios eran de madera. También se perdió la comunicación telefónica. Los almacenes de la bahía, el barrio chino y la zona de negocios quedaron destrozados, al igual que su Ayuntamiento, que hacía no mucho terminó de construirse. También se vieron afectadas otras ciudades de la bahía de San Francisco, como Santa Rosa y San José.

Como suele hacerse en Estados Unidos cuando se descontrola una situación de caos, el ejército tuvo que tomar cartas en el asunto. Se ordenó la ley marcial, disparándose a los saqueadores que quisieran aprovecharse. Para apagar el fuego, como no había agua, se dinamitaron algunos edificios para hacer de cortafuegos y, de esta manera, salvar el oeste de la ciudad. Algunos propietarios incendiaron su casa porque el seguro no les cubría sólo por el terremoto.

Nubarrones de humo provocado por el incendio posterior al seísmo. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Se cree que hubo más 3000 víctimas mortales sólo en San Francisco, sin contar las del resto de la bahía, pero no se puede saber con exactitud porque las autoridades no pusieron mucho interés en contabilizar a la población de origen oriental. Y hubo más muertos por el fuego que por el terremoto. La mitad de la población se quedó sin casa, se perdieron unos 28000 edificios, el 80% de la ciudad. Esta gente se acopló en su mayoría como pudo en tiendas de campañas instaladas en el parque del Golden Gate.

La ciudad no tardó en reconstruirse, en el mismo sitio, encima de la falla de San Andrés. Para conjurar el peligro, se empleó un nuevo sistema en la construcción, a base de cemento y acero. Se desterraron los vehículos tirados por animales y se introdujeron el tranvía y el automóvil, desapareciendo las cuadras donde se almacenaba la paja que servía de alimento a las caballerías.

La Exposición Universal de San Francisco de 1915 mostró al mundo una ciudad que resurgió de sus cenizas, pero que continúa conviviendo con el peligro.

viernes, 7 de enero de 2011

Henry Ford y la cadena de montaje


Una cadena de montaje es un mecanismo de producción en el que cada operario de ese mecanismo realiza una función específica sobre un producto. Después, el producto pasa a otro operario y así sucesivamente, hasta que el producto ha pasado por todos los operarios de ese mecanismo y resulta terminado. Así, reduciendo los tiempos parciales, se reducen los totales, los costes de producción y con ello se aumentan los beneficios. Esta forma de trabajar se utilizó en la construcción del Ford T, diseñado por Henry Ford, fundador de una de las empresas automovilísticas más importantes del mundo.

Henry Ford. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Ford era originario de Greenfield Township, Dearborn, en el estado de Michigan, donde nació el 30 de julio de 1863, durante la guerra civil estadounidense. Era de una familia de campo. Su padre tenía la esperanza de que se ocupara de la granja familiar, pero Henry tenía otros sueños, y a los 16 años de edad emigró a Detroit, donde empezó a trabajar como aprendiz de mecánico, mostrando mucha habilidad en ello. En 1896 hace su primer “coche”: juntó dos bicicletas a un motor, lo llamó cuadriciclo.

Se dedicó a las carreras para hacer dinero: lo consiguió y el 16 de junio de 1903 funda la Ford Motor Company, aunque no fue el único inversor. Diez años más tarde, a Ford se le ocurrió introducir la cadena de montaje en la fábrica; no fue el primero en utilizarla, pero la perfeccionó y contribuyó a la generalización de su uso. Montó la cadena con correas de transmisión de manera que las cintas acercaban las piezas a los trabajadores, que así no tenían que perder tiempo desplazándose a diferentes lugares.

Cadena de montaje Ford. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Aumentó la productividad, pero también la monotonía, y entonces podía bajar otra vez la producción. Para solucionar esto, Henry Ford subió el sueldo a sus trabajadores mayores de 22 años y con más de 6 meses en la empresa, pagándoles 5 dólares al día, el doble que en otras empresas. Pero no se lo pagaban a cualquiera: varios investigadores se encargaban de saber quién tenía una vida sin vicios.

Entre 1937 y 1941, la Ford Motor Company no admitía la participación de los sindicatos como representantes de los trabajadores. Las crisis hicieron que empeorasen las condiciones de trabajo de los empleados con el fin de aumentar la producción: a Ford se le ocurrió que se podía acelerar la velocidad de las cintas transportadoras de la cadena de montaje; aquello debió ser de locura, igual que Chaplin en Tiempos Modernos. Y los sindicatos no podían hacer nada porque estaban prohibidos en la compañía. En 1941, toda la planta de River Rouge, en Michigan, se puso en huelga: este hecho, su mujer que le dio un toque y los jueces convencieron a Henry Ford de la conveniencia de la presencia sindical en sus empresas.

Ford no se dedicó solo a la construcción de coches: también hizo aviones. En 1925 compró la Stout Metal Airplane Company; su avión de mayor éxito fue el Ford Trimotor, con capacidad para doce pasajeros. La compañía tuvo que cerrar por la Gran Depresión de 1929.

Ford Trimotor. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Fue contemporáneo de dos Guerras Mundiales. En 1915 viajó a Europa en barco, acompañado de un grupo de pacifistas, pensando que este gesto serviría para detener la guerra: pasaron de él. Este pacifismo no impidió que fabricara motores Liberty para aviones durante la Primera Guerra Mundial, y en la Segunda Guerra fabricara tanques y el bombardero B-24, que para algo era el tercer proveedor de la Defensa norteamericana.

También fue escritor, lo que le trajo no pocos problemas. En 1920, el diario The Dearborn Independent, del que era editor, publicó El judío internacional, fuente de inspiración de la ideología nazi. Con el tiempo, Ford terminó cerrando el periódico, pero ello no impidió que recibiera del mismísimo Hitler la Gran Cruz del Águila Alemana. Ford y Hitler se profesaban admiración mutua, de hecho, Ford pensó en el Ford T como un coche que llegara a todo el mundo: Hitler pensó en Volkswagen de la misma manera, por algo era el coche del pueblo. Pero el dólar es el dólar: le construyó a Stalin una planta en la actual Baja Novgorod.

Henry Ford también tuvo sufrimientos. Su hijo Edsel, que colaboró con él codo con codo, murió de cáncer de estómago en 1943 cuando sólo tenía 50 años. Edsel tenía un hijo, Henry Ford II, de 26 años. Su abuelo había pensado en un socio para que se hiciera cargo de la empresa, pero la viuda de Edsel presionó para que el nieto ocupara el puesto que quedaba vacante, cosa que consiguió en 1945.

Ford T. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Henry Ford, uno de los hombres más ricos del mundo gracias al Ford T, murió el 7 de abril de 1947 en Fair Lane, DearBorn, Michigan. Se cree que en ese momento tenía casi 700 millones de dólares.