Retales de Historia

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miércoles, 5 de junio de 2013

La Paz de Zanjón

En 1868 estalla la primera guerra hispano-cubana, también conocida como la “Guerra de los Diez Años”, guerra que llegaría a cobrarse cerca de 300.000 víctimas. Como consecuencia política de este conflicto, el 10 de abril de 1869 se proclama la República de Cuba en Armas, fundada por aquellos revolucionarios que buscaban independizarse de la Metrópoli.

Mapa de Cuba. El punto rojo indica la localización de Zanjón.

El 19 de octubre de 1877, las tropas españolas a las órdenes del Coronel Agustín Mozo-Viejo, hacen prisionero al que en ese momento era presidente de la República en Armas, Tomás Estrada Palma. Para evitar un vacío de poder, su puesto lo ocupa Francisco Javier de Céspedes. Los jefes militares de Camagüey piden una tregua al general Arsenio Martínez Campos para reorganizarse, pero casi diez años de guerra pesan mucho: en diciembre de 1877 se anula el decreto Spotorno (que castigaba con la muerte cualquier trato con el enemigo) y ambos bandos acuerdan una tregua el 21 de diciembre de 1877.

Tomás Estrada Palma.

El 7 de febrero de 1878, el general Martínez Campos y el general García (nuevo presidente de la República) celebran una reunión secreta que lleva a la suspensión de las hostilidades. A continuación, Martínez Campos llega a un acuerdo con el Comité del Centro de forma que, el 10 de febrero, se rubrica en Zanjón (provincia de Camagüey) el documento que termina con la guerra.

Francisco Javier de Céspedes.

Parece que la elección de general Martínez Campos como jefe de la delegación española para las conversaciones que desembocaron al Pacto/Convenio/Paz de Zanjón fue de lo más acertado; tuvo la suficiente habilidad para conseguir que los insurrectos cubanos (mambises) aceptaran el acuerdo que acababa con la guerra. El acuerdo fue redactado en los siguientes términos:

Busto de Martínez Campos por Mariano Benlliure.

Primero. Concesión a la isla de Cuba de las mismas condiciones políticas, orgánicas y administrativas de que disfruta la Isla de Puerto Rico.

Segundo. Olvido de lo pasado respecto de los delitos políticos cometidos desde el año 1868 hasta el presente y libertad de los encausados o que se hallen cumpliendo condena dentro y fuera de la isla. Indulto general a los desertores del Ejército español, sin distinción de nacionalidad, haciendo extensiva esta cláusula a cuantos hubieran tomado parte directa o indirectamente en el movimiento revolucionario.

Tercero. Libertad a los esclavos y colonos asiáticos que se hallan hoy en las filas insurrectas.

Cuarto. Ningún individuo que en virtud de esta capitulación reconozca y quede bajo la acción del Gobierno español podrá ser compelido a prestar servicio de guerra mientras no se establezca la paz en todo el territorio.

Quinto. Todo individuo que desee marchar fuera de la isla queda facultado para hacerlo y se lo proporcionarán por el Gobierno español los medios de hacerlo sin tocar en poblaciones si así lo desea.

Sexto. La capitulación de cada fuerza se hará en despoblado, donde con antelación se depositarán armas y demás elementos de guerra.

Séptimo. El general en jefe del Ejército español, a fin de facilitar los medios de que puedan avenirse los demás departamentos, franqueará todas las vías de mar y tierra de que pueda disponer.

Octavo. Considerar lo pactado con el Comité del Centro como general y sin restricciones particulares para todos los departamentos de la isla que acepten estas proposiciones.

Campamento de San Agustín, 10 de febrero de 1878.
Emilio Luaces, Presidente del Comité del Centro.
Rafael Rodríguez, Secretario.

Vicente García González.

Los artículos Primero, Segundo, Tercero y Quinto fueron sugeridos por Martínez Campos; los demás, fueron cosa de los insurrectos.

Recorte de prensa de la época informando del Convenio.

Fueron muchos los revolucionarios que no estuvieron de acuerdo con el Convenio, lo que dio lugar a la llamada Guerra Chiquita (agosto de 1879-septiembre de 1880). Pero la paz no se rompió definitivamente hasta 1895, con el mal llamado Grito de Baire, organizado por José Martí, y que tuvo lugar el 24 de febrero de 1895. Parece que los aspectos referentes a la autonomía y a la inclusión de miembros del Ejército cubano en el español, fueron motivo de fricción.

José Martí.

Es curioso; María de las Mercedes de Borbón y Orleans, esposa del rey, murió cuatro meses después de la firma del Convenio de Zanjón. Mal presagio para una paz tan necesaria.

2 comentarios:

  1. Una entrada muy interesante sobre una guerra muy desconocida en España.

    Es curioso que se tenga actualmente la idea de Martínez Campos, como la de un militar carente de sentido diplomático, por haber proclamado por su cuenta al rey Alfonso XII. La verdad es que consiguió algunos pactos muy importantes.

    Por supuesto, dada la envidia habitual entre los españoles, nada de eso le fue tenido en cuenta a su favor.

    Saludos y de nuevo enhorabuena por esta entrada tan ilustrativa.

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  2. Quizás se hubiera valorado más a Martínez Campos si la gente se hubiera imaginado cómo iba a ser su sustituto, el general Weyler.

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