Retales de Historia

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domingo, 6 de febrero de 2011

Krakatoa

Indonesia se encuentra en una de las zonas de mayor actividad sísmica y volcánica de todo el planeta. Al suroeste, entre Java y Sumatra, en el Estrecho de Sunda, se encontraba la isla de Rakata, de 47 kilómetros cuadrados, y allí había un volcán llamado Krakatau, más conocido entre los occidentales como Krakatoa. El Krakatoa era considerado, en términos geológicos, como caldera volcánica.

Mapa que indica la situación del Estrecho de Sunda. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Un día, el 20 de mayo de 1883 comenzaron a aparecer escapes de gases en la zona norte. El agua de mar se filtró en la cámara magmática, produciendo enormes cantidades de vapor. La actividad cesó hacia finales de mayo, pero comenzó otra vez hacia el 19 de junio, y después del 11 de agosto las erupciones se tornaron más grandes, produciéndose más fisuras. El 24 de agosto, las erupciones se intensificaron; el 26 fue el principio del fin.

Foto del Krakatoa en plena actividad pocas horas antes de la gran explosión, tomada desde un barco que cruzaba el Estrecho de Sunda. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Alrededor de las 14:00 horas, se pudo ver una nube de ceniza que tenía una altura de 27 kilómetros; la causa fue una nueva fisura. En ese momento, la presión ejercida por una enorme bolsa de lava hirviente de casi kilómetro y medio de profundidad consiguió salir al aire con una impresionante fuerza. Durante mucho tiempo se creyó que el agua del mar se coló por la nueva grieta y al caer sobre la lava se convirtió en vapor que hizo aumentar la presión, haciendo saltar grandes bloques de granito y obsidiana que salieron disparados por encima de los 20.000 metros de altura. Pero investigaciones recientes estudian la teoría de que las primeras erupciones vaciaron en parte la cámara de magma, dejando pasar más magma con mucha más temperatura, dando lugar a gases que aumentaron la presión en las paredes de la caldera volcánica, desencadenando la catástrofe. La ceniza de la explosión alcanzó los 80 km de altitud. Se cree que la energía liberada en ese momento fue como la de 10.000 veces Little Boy, la bomba atómica de Hiroshima. Sólo quedó la cuarta parte de la isla Rakata. El estruendo provocó una ola gigantesca que acabó con casi todo en 80.000 km2.

Mapa de la isla de Rakata después de la gran erupción. La parte cuadriculada desapareció. Fotografía tomada de la web buscada con Google


Dicen que el ruido de la explosión se oyó en Perth (Australia) a 3.500 kilómetros y a 4.800 (Isla Rodrigues). En realidad, se registró en aparatos de todo el mundo. El estruendo provocó sordera en la población de Java y Sumatra. Cayó piedra pómez en la cubierta de barcos que estaban en la zona sujetos con cadenas (un buque alemán que no estaba sujeto acabó a 4 kilómetros de la costa… tierra adentro) y la isla de Cocos, a más de 1.000 kilómetros, se vio cubierta de cenizas.

Grabado de la época en la que se representa lo que es obvio: un barco en mitad de la jungla. Llegó hasta allí por la fuerza que cogió del mar después de la erupción del Krakatoa. Fotografía tomada de la web buscada con Google


La fuerza del oleaje arrancó del mar bloques de coral que se estampaban en las playas cercanas y hacía balancearse a los barcos en Sudáfrica. Las partículas más pequeñas desprendidas por el Krakatoa hicieron que cambiara el color del cielo en ciudades tan lejanas como París o Nueva York, debido a la refracción de los rayos solares. También provocaron un cambio de la temperatura (que descendió en más de 1ºC) impidiendo que llegara la radiación solar, y no recuperó su nivel normal en cinco años. Por fin, el 28 de agosto se detuvo lo que parecía el fin del mundo. Y empezó el cálculo de cuánta gente había perdido la vida. Se cree que perecieron más de 35.000 personas, muchas de ellas aparecieron flotando sobre trozos de piedra pómez en lugares tan lejanos como África…

En 1927 se registró nuevamente actividad volcánica bajo la superficie del mar. Había nacido una nueva isla, Anak Krakatoa (hijo de Krakatoa). Creció rápido y al año siguiente ya salió a la superficie; en 1973 tenía una altura de 190 metros y hoy promete ser un digno sucesor de su padre Krakatoa, sinónimo de muerte y destrucción.

Anak Krakatau. Fotografía tomada de la web buscada con Google


De todos es sabido que las tierras donde han caído cenizas volcánicas son tremendamente fértiles, pero a ver quién es el guapo que se atreve a ir a vivir a este lugar después de todo lo ocurrido.

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