Retales de Historia

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lunes, 4 de noviembre de 2013

El atentado del Liceu de Barcelona

En las postrimerías del XIX, Barcelona, símbolo del desarrollo industrial español, sufrió reiteradas veces las expresiones de la propaganda anarquista en forma de atentado, lo que le valió el sobrenombre de “la Rosa de Fuego”.

Liceu de Barcelona en el siglo XIX.

El 7 de noviembre de 1893, lo más selecto de la burguesía catalana se había dado cita en el Teatro Liceu de Barcelona que estrenaba en su escenario Guillermo Tell, de Antonio Rossini, aunque también habían acudido a la representación personas de diferentes clases sociales.

Santiago Salvador Franch.

Santiago Salvador Franch, que así se llamaba cierto individuo, consiguió entrar en el Liceu con dos bombas Orsini que disimuló gracias a llevar ropa holgada, del estilo de la que llevaban los obreros de la época. Nadie se percató de que algo no iba bien. La intención de Salvador Franch era vengar la muerte de Paulino Pallàs, ejecutado por haber intentado asesinar al general Martínez Campos, Gobernador Militar de Cataluña, durante un desfile militar dos meses atrás.

Bomba Orsini.

Durante el primer descanso, cuando sonaba el dueto del segundo acto, a eso de la diez y cuarto de la noche, aquel hombre lanzó desde el pasillo de la galería del quinto piso del teatro una de las dos bombas que llevaba. La bomba cayó en la fila 13, matando a veintidós personas y dejando treinta y cinco heridos (otras fuentes dicen que fueron la mitad de heridos). El humo y ruido que provocó la explosión impidió que la gente presente en el lugar se diera cuenta de que Santiago Salvador estaba tirando otra bomba. Ésta no llegó a estallar porque cayó encima de una de las mujeres víctimas de la explosión, y esta casualidad amortiguó los pistones el explosivo, evitando que la masacre alcanzara mayores proporciones.

Le Petit Journal informando del atentado.

El público que sobrevivió a la explosión era presa del pánico; la destrucción fue terrible. Las butacas se convirtieron en estacas, los objetos personales de los asistentes al espectáculo se mezclaban con los escombros, los elegantes ropajes del público perdieron su esplendor.

Interior del Liceu inmediatamente después del atentado.

La noticia del atentado se extendió con toda la velocidad posible. Enseguida llegaron médicos cuya presencia sirvió de poco a varias personas que aún estaban sentadas en la platea, dado que algunas ya estaban fallecidas. Otras víctimas murieron camino de los hospitales, otras sólo pudieron recibir los rezos de los sacerdotes.

Puerta del Liceu con el público huyendo.

Santiago Salvador consiguió escapar del lugar del crimen, y al llegar a su casa le contó a su esposa lo ocurrido. No sabemos cómo reaccionó la mujer, Antonia Colom, pero el criminal tardó en ser localizado al haberse marchado a su pueblo, en Teruel. En su afán por dar con el asesino, fueron arrestados una gran número de personas entre los cuales, irónicamente, se encontraba un destacado anarquista conocido por su condena del uso de la violencia, José Llunás, director del diario La Tramontana. Naturalmente, hubo numerosas declaraciones de rechazo al atentado. El día 10 se enterró a las víctimas mortales, que fueron acompañadas por una multitud al cementerio en un día lluvioso.

José Llunás.

Las consecuencias del atentado, perpetrado como respuesta a la ejecución del anarquista Pallàs, fueron que los negocios dedicados al recreo de las clases con posibles se resintieron, pues eran objetivo preferido del terrorismo anarquista, y el miedo les tenía encerrados en sus casas. Se suspendieron libertades civiles, declarándose la ley marcial en Barcelona. Los empleados del Liceu se quedaron en el paro debido al cierre del establecimiento.

Bomba Orsini en una figura en la Sagrada Familia de Barcelona.

Finalmente, Santiago Salvador fue arrestado el 1 de enero de 1894 en Zaragoza. Se pegó un tiro, pero toda su habilidad para matar gente con él se volvió inútil. Había nacido en Castellserás (Teruel) en 1862 y es ejecutado mediante garrote vil el 21 de noviembre de 1894 (un año después de la masacre) en una plaza pública de Barcelona. Lejos de salirse con la suya, Santiago Salvador consiguió lo contrario a lo que perseguía, que el ataque fuera la excusa perfecta para el aumento de la represión y la persecución del pensamiento anarquista.

5 comentarios:

  1. Muy buena entrada. Me parece que es preciso que a base de estas entradas, se fomente el conocimiento de nuestra Historia más cercana.
    Tengo entendido que, aparte de los muertos, una gran parte de los heridos se debió a las prisas de los espectadores por abandonar el recinto. No olvidemos que, por entonces, las mujeres llevaban faldas muy largas y tacones.
    Otra cosa que me ha llamado la atención es algo que aparece en la ilustración de la Sagrada Familia, es como una cara que se desvanece y le entrega la bomba al niño. Saludos.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Gracias por tus elogios y tu comentario. La verdad es que la época que va desde la Restauración Alfonsina hasta el final de la Regencia de María Cristina la encuentro fascinante y no carente de acontecimientos impactantes.

      Eso que dices de las prisas seguramente sea cierto, no tenemos más que ver lo ocurrido en el incendio de la discoteca Alcalá 20 de Madrid, en 1983 o, más recientemente, la desgracia del Madrid Arena.

      La figura de la Sagrada Familia sosteniendo la bomba supongo que será un homenaje a las víctimas del atentado, aunque no te lo puedo asegurar. Por cierto, gracias por hacerme esas observaciones para corregir ese "gazapo" que viste en el texto.

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  2. Menos mal que sólo hizo explosión una de las bombas, que, no sé que tamaño tendrían (en la foto por falta de referencias no se puede saber) , pero debían ser bastante grandes para causar tantos daños.
    Me ha parecido interesante su artículo, con detalles desconocidos para mí, como esa representación en la Sagrada Familia.
    Un saludo.

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    1. Me alegra que te haya parecido interesante el artículo, siempre resulta un aliciente ese tipo de comentarios. En cuanto al tamaño de la bomba, resulta que había de diferentes tamaños; la del Liceu era más o menos como una naranja. La escultura de la Sagrada Familia en la que aparece la bomba representa al maligno dándole una Orsini a un anarquista.

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