Tenía que ser un día feliz y al principio lo fue.
Miembros de las casas reales más importantes de Europa se reunían en Madrid
para lo que hoy se hubiera calificado de enlace del año: la boda entre Alfonso
XIII, rey de España e hijo póstumo de Alfonso XII, y de Victoria Eugenia de
Battenberg, sobrina de Eduardo VII del Reino Unido y, por tanto, nieta de la
reina Victoria.
El rey Alfonso había alcanzado la mayoría de edad el 17
de mayo de 1902, fecha en que cumplía dieciséis años, y asumía la Jefatura del
Estado, hasta entonces regentado por su madre, María Cristina de Habsburgo. No
tardaría en empezar a buscar esposa. La elegida fue Victoria Eugenia de
Battenberg, Ena, a quien conoció en una reunión organizada en Biarritz por Eduardo
VII, rey del Reino Unido. A pesar de la oposición por motivos de religión y de salud (no hay que
olvidar que la sombra de la hemofilia volaba sobre los Battenberg), el enlace
tuvo lugar en Madrid el día 31 de mayo de 1906 en la iglesia de San Jerónimo el
Real. También hubo reticencias por no tener rango de Alteza Real, al que fue
elevada poco antes de la boda por su tío Eduardo.
Alfonso y Eugenia a la salida de su boda en San Jerónimo el Real. Un círculo rodea a los reyes para localizarlos entre la multitud |
Una multitud empezó a llenar las calles de Madrid en
torno a las seis de la mañana. Era tal la cantidad de gente que había, que se
tuvo que interrumpir el transporte público: 40.000 personas, muchas venidas de fuera de la capital, impedían que
funcionara con normalidad. No sabemos si por ayudar al público asistente o si
fue por fines recaudatorios, el ayuntamiento, cuyo alcalde era Eduardo
Vincenti, alquilaba sillas a 1 peseta cada una para que los madrileños
estuvieran más cómodos al ver el paso de la comitiva. Al igual que ocurriera en
la boda de Felipe y Letizia, los propietarios de viviendas con balcones que
daban a alguna de las calles del trayecto, los alquilaron por precios que
llegaban a 2.000 pesetas, que en su tiempo debía ser una barbaridad. Para el
alojamiento de los invitados ya no pudo ayudar el ayuntamiento, sino el
estamento nobiliario de la ciudad recibiendo en sus palacios a los invitados a
la boda. En esa época, el sector de las plazas hoteleras estaba escasamente
desarrollado en Madrid.
La bomba cae sobre la carroza real. La escolta real trata de mantener la formación y la multitud huye presa del pánico |
La salida de Palacio de don Alfonso se anuncia con 21 cañonazos.
Va vestido de blanco, con el uniforme de Capitán General, con botas y espuelas
de oro. Lleva el Toisón de Oro y la banda cruzada de la Gran Cruz Roja del
Mérito Militar. Entra en Los Jerónimos al son de la Marcha Real. Eran las 10.00
de la mañana. Como manda la tradición, Victoria Eugenia llegó tarde a pesar de
ser británica. Vestía un traje con hermosos bordados hechos en plata y la cola
tenía casi cinco metros de largo. Al terminar la ceremonia, la carroza real,
tirada por corceles blancos, se encaminó a Palacio mientras recibía
las muestras de admiración de los madrileños, que disfrutaban de su ciudad
especialmente decorada con motivo del enlace.
El carruaje pasa ante Mateo Morral Roca, que desde un
balcón contempla atento a la comitiva. Cuando el séquito se encontraba
muy cerca ya de su destino, hizo una pausa frente al número 88 de la calle
Mayor, muy cerca de Capitanía General. De pronto, la explosión de una bomba procedente de uno de los balcones
cercanos. La bomba, de tipo Orsini, como en el
atentado al Liceo de Barcelona, estaba escondida dentro de un manojo de flores;
Mateo Morral la había lanzado desde el balcón del cuarto piso en que se
encontraba viendo el paso de los reyes y su séquito (el abuelo de la que
esto escribe tuvo ocasión de ser testigo del momento por vivir en la calle
Mayor cuando era niño, y dio aviso a su familia de lo que iba a pasar a la voz
de "mira mamá, un ramo con humo").
En este momento, el tiempo se para en torno a las 14.30. Pero
algo sale mal y la bomba se desvía al rozar unos cables de tranvía. Esto hace
que el artefacto no le caiga a los reyes, sino al público que le aplaudía a su
paso. Las diferentes fuentes varían las cifras, pero se considera que se
producen 28 fallecidos y unos 100 heridos. Lo que poca gente sabe es que en ese
edificio tenía una propiedad el Duque de Ahumada, y algunos de sus invitados a
presenciar al desfile fallecieron como consecuencia de la detonación.
Volviendo al vehículo real. Los caballos que tiran del
carruaje se espantan con la explosión y provocan la caída al suelo del cochero,
que iba en el pescante. En el interior de la carroza, el rey protege a la reina
echándose encima de ella. Todos coinciden en la suerte de la real pareja, sobre
todo de ella: la portezuela que había a su lado salió disparada como si de
metralla se tratara y se desplomó sobre su hermoso vestido. Después, el rey se asoma
por la ventanilla para tranquilizar a sus escoltas acerca de la integridad
física de los recién casados, aunque han perdido la vida varios miembros de la comitiva. Los novios bajaron del carruaje y se dirigieron a la mal llamada "carroza de respeto", pues
hace las veces de repuesto del coche estropeado. La serenidad que demuestran
los reyes en tal difícil trance, hace que sean recibidos con más emoción si
cabe por el público que rodea el Palacio Real.
Fachada del edificio donde está el balcón desde el cual se arrojó la bomba. En ese balcón siempre hay un ramo de flores (si la vista no me engaña, es el de arriba del todo a la izquierda) |
Rápidamente se inician las investigaciones que conducen a
encontrar la habitación desde la que se lanzó el artefacto, y encontraron
material con el que posiblemente se construyó. Posteriormente se conoce que
varios miembros del Gobierno tenían noticias de amenazas sobre la agresión; ese
mismo Gobierno decide continuar con los festejos. Los invitados esperan a los
reyes en Palacio; éstos se presentan con los trajes deteriorados por el ataque
y la reina luce en su vestido las manchas de sangre de algunas de las víctimas,
aunque antes del banquete se cambió de traje. Eso sí, el don Alfonso ordenó
cancelar el baile por respeto a los fallecidos.
Mateo Morral Roca, anarquista, fue el autor del atentado.
Había nacido en Sabadell (Barcelona) en 1800. Provenía de una familia catalana
dedicada al negocio de las telas. De educación privilegiada, dejó el negocio
familiar para trabajar con Francisco Ferrer i Guardia, pedagogo con fama de
sedicioso. Dejó Barcelona para llegar a Madrid el 21 de mayo de 1906. Se aloja
en una pensión que le recomendó Ferrer i Guardia, y que estaba en la calle del
Arenal, pero opta por trasladarse a un alojamiento que encontró en la calle
Mayor, un sitio mucho más adecuado para preparar el atentado contra el rey. Para asegurarse de que iba a disponer sin ningún problema de la
estancia donde monta la bomba, pagó un adelanto de 350 pesetas, que en la época debía
ser un dinero. También se dijo que la bomba Orsini (o de cesta) se la trajo de
Francia un antiguo ministro de la Primera República.
Una vez que tira la bomba desde su balcón, Mateo Morral
huye dejando olvidado un mapa donde está marcado el trayecto de la comitiva
real. Después de atravesar el gentío que sale corriendo del lugar, consigue
llegar a El Motín, periódico antimonárquico y antieclesiástico. El director,
José Naskens, le consigue un sitio donde esconderse de momento. Finalmente,
Morral se marcha de Madrid, llegando a Torrejón de Ardoz (actualmente a 25 km
por carretera) el día 2 de junio, con la idea de ir desde ahí a Barcelona. Pero
tiene hambre, y entra en una fonda para reponer fuerzas. Las autoridades ya han
difundido sus características (la ropa desaseada, sus heridas...) y los
presentes le reconocen. Alguien avisa a las autoridades y acude la Guardia
Civil. Morral se entrega sin ofrecer resistencia, y cuando le llevan al
cuartelillo trata de huir y le pegan un tiro. También se dice que fue un
guardia jurado quien le detuvo, lo que explica la facilidad con que se deshace
de su captor. Lo cierto es que, el hecho de haber matado a Morral cuando se
escapó, hizo que no se pudiera aclarar una posible conspiración.
Durante la Segunda República, la calle Mayor, donde tuvo
lugar el atentado, recibió el nombre de Mateo Morral. Para guardar la memoria
de las víctimas del atentado se construyó una monumento que se situó en la misma calle, pero fue destruido durante el periodo republicano. Posteriormente,
el escultor Coullaut Valera realizó uno nuevo en 1963 para sustituir al
anterior.
Muchos vieron en la tragedia una premonición de cómo
serían los años de reinado del rey. No fue ni el primero ni el último atentado
que sufriría don Alfonso, los reyes tuvieron una desgraciada vida de pareja, hijos
con mala salud (Alfonso, hemofílico; Jaime, sordomudo; Fernando nació muerto;
Gonzalo, también hemofílico), reinado agitado (Semana Trágica de Barcelona,
Guerra de Marruecos, dictadura de Primo de Rivera). De nada sirvió que, con la
proclamación de la II República, Alfonso XIII se fuera de España para evitar
una guerra...
Plaza conmemorativa que hace mención a Luces de Bohemia y al terrorista Mateo Morral. Nótese que relata que el prendimiento tuvo lugar en el piso, cuando en realidad tuvo lugar en Torrejón de Ardoz |
Wow! Como decimos aqui en Mexico: los ricos tambien lloran. Saludos y sigue adelante con tu blog
ResponderEliminarMuchas gracias, La Plebe. Me alegra que te haya gustado.
Eliminarel marcharse fue un acto de cobardía ya que su mujer e hijos se quedaron y la república nunca le indico que se fuera , pudo quedarse como rey consorte.le falto el coraje del conde de Barcelona y la templanza de su mujer.
ResponderEliminarsiendo rey consorte la guerra civil estoy mas que seguro nunca existiría ya que el era el equilibrio entre los monarticos y carlistas
Este no es el rey de las películas porno?
ResponderEliminarEl mismo. Dicen que tenía una colección tan buena que no debía hacerle mucha gracia a Victoria.
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