Retales de Historia

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domingo, 28 de marzo de 2021

Elena de Baviera

Todos conocemos la historia de Isabel de Austria, la celebérrima Sisi, que se casó con el emperador Francisco José. Pero, ¿alguien se acuerda de su hermana Elena, la destinada a casarse con el emperador de Austria en vez de Isabel? Hija de Maximiliano, duque en Baviera, y de Ludovica, princesa real de Baviera, Elena Carolina Teresa de Wittelsbach nace en Múnich el 4 de abril de 1834, siendo la tercera hija de sus progenitores, después de Luis y Guillermo, fallecido en el primer año de vida. Ostenta el título de duquesa en Baviera.

Elena de Thurn und Taxis  retratada por Erich Correns (1859)

Nené (como era familiarmente conocida Elena) y sus hermanos crecieron como cabras locas si los comparamos con otros jóvenes de su familia, pero al menos disfrutaron del contacto con la naturaleza, algo vedado a los jóvenes más cercanos a la Corte. La familia vivía de forma habitual en el Palacio de Possenhofen, y podían disfrutar de las comodidades de una casa burguesa y, al mismo tiempo, de un hermoso bosque y del lago Starnberg. Quizás porque se lo habían inculcado pensando en un compromiso ventajoso, Elena era la más formal de sus hermanos. Según fue creciendo, se volvió una persona muy religiosa y se ocupaba de los más necesitados, a la vez que era muy tímida y pensativa.

El 18 de febrero de 1853, János Libényi, nacionalista húngaro, perpetra un atentado en la persona de Francisco José. El emperador sufrió una herida en el cuello, pese a lo cual sobrevivió a la agresión. Si uno de los deberes de un heredero es casarse para hacer pervivir su dinastía, este hecho le hizo ver a la archiduquesa Sofía, madre de Francisco José y hermana de Ludovica, de la necesidad de celebrar un matrimonio lo antes posible. Y puso manos a la obra. Fue una búsqueda muy concienzuda. Se trataba de dar, no sólo con una esposa, sino también con una emperatriz. Hasta que dio con la persona adecuada. Se trataba de Elena, hija de Ludovica, y por tanto prima hermana de Francisco José. Era duquesa, pero nieta de un rey. Además, con la elección se garantizaba no ofender a ninguna corte que hubiera pensado en alguna princesa propia para el puesto de emperatriz. Para entonces, la archiduquesa Sofía, madre del emperador, ya había opinado más de la cuenta sobre la educación de sus sobrinos ducales, así que, para asegurarse de ver a Elena en el entorno imperial, Ludovica enseñó a su hija francés y el tan temido ceremonial español.

Maximiliano Antonio Lamoral, Príncipe Heredero de Thurn und Taxis

Llegado el momento adecuado, Ludovica (madre de Elena) y Sofía (madre de Francisco José), se reunieron en Bad Ischl el 16 de agosto de 1853, llevando a sus respectivos hijos al encuentro (los jóvenes solo se habían encontrado anteriormente en una ocasión, en Innsbruck). La excusa era el 23 cumpleaños de Francisco José (nacido en el Palacio de Schönbrunn el 18 de agosto de 1830), pero en el aire pesaba un compromiso. Un inciso: según las películas de Ernst Marischka, Francisco José no se enteró de que Elena tenía que ser su novia hasta que su madre no se la puso delante, mientras que Elena estuvo al corriente desde el principio. Todo esto se hizo a espaldas del padre de la novia, el duque Maximiliano, que no gozaba de excesivas simpatías en Viena porque su forma de actuar y de pensar no encajaba demasiado bien con la rigidez de la Corte (en realidad era que ni él tragaba a Sofía, ni Sofía le tragaba a él). Para disimular un poco de cara a Maximiliano, la duquesa y su hija Elena hicieron el viaje acompañadas de una de las hermanas de ésta, Isabel. Quizás pensaron que así evitarían que el duque pudiera tener alguna actitud inadecuada que pudiera arruinar los planes casamenteros (fueron muy injustas con él, el duque Maximiliano era infinitamente más prudente de lo que pensaban).

Llegaron el día 16, según lo previsto pero no se sabe cómo, pues el viaje no pudo ser más caótico: tuvieron que parar por un dolor de cabeza espantoso que le dio a Ludovica, una tormenta hizo llegar a las doncellas que llevaban el equipaje después de ellas... Para colmo de males, iban vestidas de negro porque un pariente había fallecido recientemente. Así que el polvo del camino tornó los vestidos en color gris polilla. Una de las camareras de Sofía ayudó a las damas lo más rápido que pudo, sobre todo a Elena, antes de que las viera Francisco José. En realidad, a Isabel no le hicieron ni caso, así que tuvo que peinarse sola. Sofía, que vio la actitud de la adolescente al arreglarse, se deshizo en elogios hacia ella en una carta dirigida a una de sus hermanas. Quizás todo eso le distrajo y no se dio cuenta que la que no iba tan bien era Elena, y eso fue determinante para el futuro de la joven: cuando Francisco José se encontró con sus primas, se enamoró de Isabel y pasó de Elena, que quizás le resultó demasiado seria.

Luisa de Thurn und Taxis (1859-1948)

Lo peor para Elena estaba por venir pues el 17 había baile (aunque el cumple del emperador era el 18), donde quedaron en evidencia sus posibilidades: ninguna. Si su hermana llevaba un traje que le daba aire inocente (y lo era), con ella alguien tuvo la ocurrencia de ponerle una corona de hojas que le sentaba mal (¿Sofía no le pudo dejar una diadema con piedras preciosas?). No sé si alguien sacó a bailar a Elena, pero sí que fue la última en darse cuenta cuál era la elección imperial. Sofía no vio esto con buenos ojos: Isabel le había caído bien, pero no hasta el extremo de permitir que se casara con su hijo. Se le había metido entre ceja y ceja que su niño se casara con Elena la cual, a estas alturas, ya debía estar más que descompuesta. Sofía le regaló a Elena un crucifijo de plata pensando que de esa forma se consolaría, pero parece que sirvió de bien poco. Tampoco ayudó ver cómo llegaban a la residencia familiar de Possenhofen los maestros que enseñarían a Elisabeth cómo ser emperatriz, lo que tendría que haber sido Elena. Quién sabe si le sirvió de consuelo las cartas que la nueva emperatriz envió después a su familia (Elisabeth y Francisco se casaron en Viena el 24 de abril de 1854). En ellas se leían quejas del protocolo de la Corte, de la frialdad de la gente que le rodeaba y, sobre todo, del trato recibido de la archiduquesa Sofía, la suegra (otra a la que le hubiera gustado ser emperatriz). Pero a los 20 años Elena seguía soltera, y para las costumbres de la época ya se le estaba pasando el arroz. Empezaba a perder interés como princesa casadera.

Su madre, Ludovica, buscó un pretendiente por todos los sitios que se le ocurrieron, hasta que en 1856 dio con el Príncipe Heredero Maximiliano de Thurn und Taxis, gente de mucho dinero, muchísimo. Ludovica invitó a la familia del pretendiente a Possenhofen, los jóvenes se gustaron y se acordó el compromiso. Como la familia de Maximiliano no tenía tanto rango como la de Elena, estaban encantados con la idea de emparentar con el emperador, aunque sea de refilón, pero el rey Maximiliano de Baviera, a quien sus familiares tenían que pedir permiso para casarse, veía que al novio de su sobrina le faltaba qualité y, poniendo a prueba los nervios de Elena y Ludovica, le puso pegas al compromiso. Quizás por vergüenza (no hay que olvidar...), Elisabeth movió los hilos para favorecer la unión, celebrándose la boda el 24 de agosto de 1858 en la casa familiar de la novia, Possenhofen. Por fin Elena consigue casarse cuatro meses después de cumplir 24 años, pasando a ser princesa consorte de Thurn und Taxis. Elisabeth y Elena volverían a contarse sus alegrías y, sobre todo (como se vería con el tiempo), sus penas. A pesar de eso, puede decirse que Elena y Maximiliano fueron felices. Tenían cosas en común y les gustaba ocuparse de los demás. A la boda de Elisabeth y de Elena siguen las de sus otros hermanos: Luis en 1857, María Sofía en 1859, Matilde Ludovica en 1861, Carlos en 1865, Sofía Carlota en 1868, Maximiliano en 1875. Los chicos parece que se casaron por amor (Luis y Carlos en dos ocasiones), lo de las chicas fue otra historia.

Princesa Elisabeth de Thurn und Taxis

Elena no tarda en darse cuenta que están esperando su primer hijo. Eso, unido al apoteósico recibimiento que tiene la pareja en Ratisbona, haría muy feliz a los esposos. La pareja llegó a tener cuatro hijos: Luisa (nacida en 1859), que se casó con el príncipe Federico de Hohenzollern-Sigmaringen; Elisabeth (nacida en 1860), se desposó con Miguel de Portugal, pretendiente al trono portugués; Maximiliano María (nacido en 1862) no se casó; y Alberto (nacido en 1867) contrajo nupcias con Margarita Clementina de Austria. Pero no era el destino de Elena y Maximiliano ser felices por mucho tiempo. Cuando Elena estaba nuevamente en estado de nueva esperanza, esta vez de su hijo Alberto, la buena noticia se vio ensombrecida por los problemas de salud de su marido, que envejece y engorda en poco tiempo. Ya es tarde cuando se averigua lo que le pasa: problemas renales y que no tenía solución. Murió el 26 de junio de 1867, a los 36 años de edad. La unión no había durado ni diez años. A pesar del dolor, Elena tuvo que hacerse cargo de la herencia de la familia, y su espíritu no volvió a ser el de antes. Como dato curioso, decir que solo siete días antes, Maximiliano de México, primo hermano de Elena y hermano de Francisco José, fue fusilado en Querétaro. Su consorte, Carlota, había recorrido infinidad de cortes europeas buscando apoyo para su marido y solo encontró el silencio. Se volvió loca.

Maximiliano María de Thurn y Taxis

Elena se quedó sola con cuatro hijos, el pequeño no tenía ni dos meses, pero era viuda de los Thurn und Taxis, la mayor fortuna de Baviera. No dudó en ayudar a su suegro en la gestión del patrimonio familiar. Eran momentos muy difíciles. La política que siguió Otto von Bismarck por la Unificación Alemana, finalizada en enero de 1871, les quitó la exclusividad del Bavarian Post. El suegro, el príncipe Maximiliano Carlos de Thurn und Taxis falleció el 10 de noviembre del mismo año: fue testigo de la pérdida patrimonial, aunque para finales de los 80 los Thurn und Taxis ya habían conseguido remontar.

A Elena le esperan nuevas desgracias. Su hija Elisabeth, que en 1877 se había casado con el príncipe Miguel de Braganza, murió en 1881 a los 21 años por los daños sufridos en el parto de su tercera hija. Elisabeth deja tres hijos. Elena sintió que se volvía loca y necesitó refugiarse en la soledad. En 1883, cuando Maximiliano (el mayor de los hijos varones de Elena) cumple 21 años, se convierte en el titular del Principado de Thurn und Taxis, y empieza a ocuparse de los negocios de la familia. Pero Maximiliano también había heredado de su padre la mala salud. Una escarlatina sufrida en la infancia le deja secuelas, y en 1885 una embolia pulmonar se lo lleva a la tumba. Elena vuelve a hacerse cargo del negocio familiar hasta la mayoría de edad de Albert en 1888. El dañado espíritu de Elena aún pudo recibir una alegría: el compromiso de su hijo con Margarita Clementina de Austria, y los lazos que con ello se establecían: era tataranieta del emperador Leopoldo II y también de Luis Felipe de Orleans. Había más lazos con familia reales pero este, quizás, el más importante para Elena.

Alberto de Thurn und Taxis y su esposa Margarita Clementina de Austria en 1890. Autor: Károly Koller

Llegó un momento en que la soledad era necesaria para Elena, y buscó entre cuatro paredes aquella que le protegía del mundo. Y todavía tuvo tiempo de ver dos pérdidas más: su padre, el duque Maximiliano, que muere con ochenta años (su madre le sobrevivió dos años), y su sobrino Rodolfo, el archiduque heredero del trono de Austria-Hungría, muerto en extrañas circunstancias. Pero tanta desgracia vivida hizo mella en su salud, y una extraña enfermedad en la garganta no le dejaba alimentarse. Elisabeth se apresuró a viajar a su lado para pasar junto a su hermana Elena sus últimos días. Aún les quedaban muchas cosas de que hablar. Y hablaron en inglés, idioma que tanto Elena como Elisabeth empleaban para tener un poco de intimidad en un entorno tan indiscreto. Finalmente, el cuerpo y el espíritu de Elena no aguantaron más, y la enfermedad terminó de consumir su cuerpo el 16 de mayo de 1890, en Ratisbona. Durante el funeral se pudo ver el gran cariño (correspondido) que el pueblo de esa ciudad tenía a su princesa, que lo era por matrimonio, pero la quisieron como si fuera una más de ellos.

Elena de Baviera, Princesa Heredera de Thurn und Taxis

BIBLIOGRAFÍA

Dallmeier, Martin. Das Fürstliche Haus Thurn und Taxis. 300 Jahre Geschichte in Bildern. Pustet. Regensburg. 1980.

Gröβing, Sigfrid-Maria. Sisi und ihre Familie. Ueberreuter. 2017.

Gröβing, Sigfrid-Maria. Zwei Bräute für einen Kaiser, Sisi und ihre Schwester Nene. Mittelbayerischer Verlag. 1999.

Hamann, Brigitte. Sisi, emperatriz contra su voluntad. Juventud. 1989.

Panzer, Marita A. Fürstinnen von Thurn und Taxis. Friedrich Pustet Verlag. 2008.

WEBS

https://www.thurnundtaxis.de/