Retales de Historia

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martes, 18 de febrero de 2014

Don Carlos

Don Carlos, por Sánchez-Coello.

En 1543 tuvo lugar en Salamanca la boda entre Felipe (hijo de Carlos I de España) y María de Portugal. Fue la primera boda de las cuatro que tuvo Felipe y la que le dio su primer hijo, el conocido como Don Carlos. María y Felipe eran primos hermanos por partida doble con todos los riesgos que eso conlleva para la descendencia. El príncipe Carlos nació en Valladolid el 8 de julio de 1545. El parto fue difícil y María de Portugal murió cuatro días después.

Felipe II, por Tiziano.

Carlos no fue un niño sano y, en su etapa adolescente las cosas empeoraron, tanto física como psicológicamente. No se concentraba a la hora de estudiar y le costó aprender a leer, lo que consiguió gracias a los esfuerzos de sus profesores, Honorato de Juan y Juan de Mañatones. Quienes se ocupaban de él, principalmente sus tías María y Juana de Austria, le consentían demasiado quizás para compensarle que su padre pasaba poco tiempo con él, ocupado como estaba con asuntos de Estado.

María Manuela de Portugal.

El 16 de enero de 1556, Felipe asume la corona del Imperio Español y su hijo Carlos pasa a ser el príncipe heredero. Esto no le impidió tener aficiones retorcidas, como su afición a tratar mal animales vivos o tratar mal a los sirvientes.

Isabel de Valois.

Tampoco puede decirse que Carlos llegara a ser atractivo en algún momento: tenía el pecho hundido, joroba, los hombros a distinto nivel el uno del otro, la cabeza no guardaba proporción con el resto del cuerpo. La voz tampoco ayudaba, balbuceante y chillona. A lo largo de su vida sufrió fiebres, paludismo y raquitismo, complicando más un cuadro tan poco halagador.

Entonces llega el momento de buscar esposa a Carlos. Se barajan varias posibilidades, una de ellas sería Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia, pero el rey Felipe se da cuenta de que su hijo no es aún suficientemente maduro para hacer frente a la responsabilidad del matrimonio y decide casarse él mismo con la novia elegida, pues Carlos no es una garantía para la sucesión al trono. De esta forma, Felipe e Isabel se casan echando mano de una costumbre muy extendida después en su familia, la de no asistir a la propia boda, pues la ceremonia es por poderes el 22 de junio de 1559 en París. En este momento Isabel se convierte en la tercera esposa del rey prudente.

Alejandro Farnesio.

Aunque la leyenda negra apunta a que Carlos se enamoró de su madrastra en el momento de la boda, difícilmente estaría Carlos si no estuvo el mismo rey, y en la misa de velaciones (febrero de 1560) tampoco pudo enamorarse porque no asistió: ese día se encontraba especialmente enfermo. En este momento, Carlos tiene 14 años, Isabel también y el rey Felipe casi 33, pero suponemos que su aspecto de hombre juvenil agradaría más a Isabel que el aspecto que podía tener un muchacho joven y enfermizo.

Juan de Austria.

A pesar de los inconvenientes, en 1560 Carlos es reconocido heredero al trono en Castilla, aunque no llegó a ser reconocido por Aragón, al no haber podido viajar hasta allí por su deplorable salud. Cursó estudios en la Universidad de Alcalá de Henares, a donde llegó en 1561. Entre sus condiscípulos (y vigilantes) se encontraban Alejandro Farnesio y Don Juan de Austria, con los que convivió en el palacio arzobispal de dicha ciudad.

El Duque de Alba, por Tiziano.

Pero las desgracias no habían terminado. El 19 de abril de 1562, Carlos cae rodando por unas escaleras de palacio, sufriendo un golpe en la cabeza que lo deja al borde de la muerte. Vesalio le hace una trepanación, acentuando sus desequilibrios mentales, aunque es Pinterete quien consigue salvarle la vida gracias a su formación en medicina árabe.

Príncipe de Éboli.

Carlos regresa a Madrid y es vigilado de cerca por su padre. Quizás pensando en hacerle madurar, el rey Felipe quiso que su hijo Carlos participara más en asuntos de responsabilidad, nombrándole miembro del Consejo de Estado en 1564, pero Carlos está cada vez peor. El rey empezó a considerar que la conducta de su hijo podía apartarle de la sucesión al trono y Carlos se da cuenta de lo que piensa su padre, llegando a conspirar contra él en 1565 y también en 1567. Cuando estalla la rebelión de los Países Bajos (1566), el rey decide enviar al Duque de Alba en su lugar para no tener que dejar de regente a su propio hijo, pues no está en condiciones de asumir semejante responsabilidad. Esto le sienta muy mal a Carlos, que atenta contra el duque. Se dice que sus cómplices (entre los que se encontraba el conde de Egmont) pretendían nombrar a Carlos señor de los Países Bajos. En algún momento, Carlos habló de sus planes a Don Juan de Austria y al príncipe de Éboli, que informaron inmediatamente al rey de las intenciones de su hijo.

Como era de prever, llega un momento en que el rey Felipe no tiene otra alternativa que tomar una grave decisión: el 18 de enero de 1568 ordena la reclusión de su hijo, el príncipe Don Carlos, en el Alcázar madrileño, donde estuvo hasta su muerte. El rey ya no quiso escuchar los ruegos de la reina ni de Don Juan de Austria para que tuviera piedad hacia el príncipe.

Don Carlos, por Sánchez-Coello.

La prisión no fue inconveniente para que Carlos continuara con los excesos que cometía fuera de ella, aunque esta vez se limitaran a los desórdenes alimenticios que, unidos a su sempiterna mala salud, contribuyeron a que Don Carlos, Príncipe de Asturias, muriese en Madrid el 24 de julio de 1568.

2 comentarios:

  1. La verdad es que la entrada está muy bien y yo, seguro, que la hubiera hecho peor.

    Es un tema sobre el que ha habido y sigue habiendo muchas discusiones.

    Creo que el rey envió un informe al Papa sobre este tema, pero nunca se ha sabido qué decía.

    Algunos, incluso, se han aventurado a decir que el rey mandó decapitar a su hijo por alta traición, pero yo no sé qué pensar del tema. La verdad es que Felipe II fue siempre un rey que utilizaba la razón de Estado continuamente.

    Muchas gracias por la entrada. Todo un regalo.

    Saludos.

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    1. Antes de nada, Aliado, muchas gracias por tus elogios; palabras así siempre animan a seguir con el blog.

      Hablando del tema que nos ocupa, no creo que Felipe II fuera el único monarca de su época que utilizara la razón de Estado, aunque quizás no fue el más "simpático". Dudo mucho que la tensión que puede provocar llevar un Imperio como el que dirigía el rey, que deje mucho espacio a actuar de una manera diferente a como lo hizo.

      Por otra parte, dudo que Carlos fuera el único príncipe de su tiempo con carencias afectivas ¿y cuántos hubo que se portaron como él? Estoy segura que de haber sido un simple súbdito y no un príncipe, no se hubieran cuestionado las medidas que se tomaron con él, era un peligro y había que evitar como fuera sus reacciones violentas. ¿A cuánta gente no pudo chantajear emocionalmente para portarse como le dio la gana y hacer daño sólo porque era el heredero? Para ocupar ese puesto, había que estar a la altura y Carlos no lo estaba, aunque él no tuviera la culpa, sino el abuso de matrimonios consanguíneos dentro de su familia.

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