California, enero de 1848. Se está construyendo un molino
en el rancho del general John Sutter, cerca de Coloma y, al remover la tierra,
alguien encuentra unas pepitas de oro. Sutter, que tiene el sueño de convertir
su rancho en una gran explotación agrícola, no tiene interés en dar a conocer
la noticia pues cree (y razón no le falta) que todo lo que podía desencadenar
aquel descubrimiento daría al traste con sus aspiraciones. Pero ya era tarde para lamentaciones: acababa de dispararse la fiebre del oro de California.
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John Sutter hacia 1850 |
Pero siempre hay alguien dispuesto a estropear los planes
de otro, y el periodista del The
Californian, Samuel Brannan, da la voz de alarma el 15 de agosto de 1848,
al publicar un artículo donde informaba del acontecimiento. Hombre con visión
comercial, se apresuró a abrir un establecimiento donde los futuros buscadores
de oro encontrarían todo el material necesario para su aventura. En cuanto a
Sutter, hay que decir que no se equivocó, y su proyecto agrícola se vino abajo.
Samuel Brannan |
¿Por qué se encontraron esas pepitas en el molino de
Sutter? Hace 200 millones de años, los movimientos de la placa tectónica del
Pacífico empujaron el fondo marino hasta situarlo debajo de lo que es el
continente americano. Ese fondo marino, que tenía vestigios de oro, se fue
fusionando con la corteza continental, hasta asomar por tierras de lo que luego
se conoció como Sierra Nevada. Posteriormente, el oro sedimentó en el lecho de
los ríos de esa zona, y luego apareció en el molino de Sutter.
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Esquema de una zona de subducción |
A California empezó a llegar un montón de gente desde
todos los rincones del mundo. En ese momento, San Francisco, fundada en 1776,
no tenía más de 15.000 habitantes, y sus infraestructuras no estaban preparadas
para recibir todo lo que se le venía encima. Los primeros buscadores llegaron
el mismo 1848, pero la primera oleada grande sería de 90.000 aventureros que
llegarían a lo largo de 1849.
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San Francisco, 1850 |
En este momento, California carecía de legislación que
regulara el funcionamiento de lo que iba a pasar. Pertenecía a México pero
estaba ocupada militarmente por los Estados Unidos, que no la convirtió en
estado suyo hasta 1850. Durante algún tiempo, se funcionó con un batiburrillo
de normas de ambos países. Precisamente, esa falta de legislación fue o que
permitió a los buscadores quedarse con el oro que fueron encontrando.
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Carretas tiradas por bueyes |
Pronto se puso de manifiesto que el sistema de
transportes que llevo a toda esa gente hasta la nueva Tierra Prometida que no
era precisamente el mejor. Unas veces se hacía todo el viaje en barco,
sufriendo una interminable travesía de más de 30.000 kilómetros; otras se
llegaba a la costa oeste mediante canoas, caballo o mulas antes de embarcarse
en una nave que llevara a los aventureros hasta San Francisco. La ruta más
habitual era cruzando los Estados Unidos por tierra en carretas tiradas por
bueyes. Esto era así porque, en caso de surgir la necesidad de comerse al
animal, el buey siempre cundía más que cualquier otro animal de tiro.
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San Francisco, 1851 |
Toda esta gente llega y tiene que vivir en algún sitio.
Suelen buscar un alojamiento lo más económico posible. Los hay que usan
recintos abandonados, otros pequeños pabellones obtenidos de embarcaciones
abandonadas en el puerto. Muchas de estas embarcaciones se convertirán después
en tiendas con todo tipo de artículos o, incluso, en tabernas. Ni en el viaje
ni en la vivienda hay garantías de que las condiciones sean suficientemente
salubres. Las naves solían ser barcos que habían arribado a San Francisco repletos
de mercancías para abastecer a toda la masa de gente que se había presentado en
la zona. Muchas veces eran en las que habían venido aventureros, y sus tripulantes
las dejaban tiradas en el puerto para dedicarse también ellos a la búsqueda de
oro.
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Mineros chinos y blancos durante la Fiebre del oro de California (1852) |
El origen de los buscadores fue muy diverso. Eran mayoría
los estadounidenses. Los que dieron el primer paso fueron los mismos habitantes
del estado de California, de origen multicultural, incluyendo indios y
europeos, especialmente franceses. También vinieron desde México y Sudamérica.
En cuanto a los buscadores de origen asiático, proliferó la población de origen
chino, aunque también hubo filipinos.
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Mineros con una mujer |
En cuanto a las mujeres, las hubo que fueron acompañando
a sus parejas y muchas se quedaban solas por la muerte de los hombres en alguno
de los muchos altercados que se producían en las tabernas producto del alcohol
o en alguno de los múltiples accidentes que se producían. Algunas pudieron
llevar a cabo actividades empresariales, pero no todas tuvieron esa suerte, y
no faltaron quienes se dedicaron a la prostitución en alguno de los muchos
locales frecuentados por los buscadores.
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Forty-niner |
Muchos de estos exploradores recibieron el nombre de forty-niners (en inglés, cuarenta y
nueve), por llegar a lo largo de 1849, año en que llegó el mayor grupo.
Figuraban entre los mejores buscadores, llegando a recoger oro por valor de
miles de dólares. Igualmente se les llama argonautas,
en alusión a la nave Argo, el barco en el que un grupo de hombres acompañaron a
Jasón en la búsqueda del vellocino de oro, igual que estos hombres llegaron en
barco y fueron detrás de vetas del metal precioso.
Estos hombres también fueron conocidos con el nombre de gambusinos, y seguían las huellas de
minerales, aunque no lo obtenían en grandes cantidades. Según el Vocabulario de mexicanismos (1899), de
Joaquín García Icazbalceta, un gambusino es un minero a pequeña escala que
busca vetas de minerales, preferiblemente valiosos. La procedencia de esta
palabra se explica en el Diccionario de
americanismos (1942) de Francisco J. Santamaría, donde se dice que la
palabra forma parte del extenso vocabulario resultante de la castellanización
del inglés americano en las zonas fronterizas entre los Estados Unidos y
México, de manera que la palabra cambusino
se usaría para hablar de los primeros buscadores de oro norteamericanos de esas
zonas. La búsqueda de los gambusinos para dar con los mejores filones de
minerales valiosos dependía, en gran medida, del azar: no tenían la mejor
preparación para la búsqueda. En general, los buscadores solían trabajar de
forma individual, aunque a veces trabajaban en equipo: solo los grupos o las
empresas que se formaron hacían rentable la búsqueda del preciado metal. Estos
hombres llegaron a formar una poderosa sociedad de buscadores de oro en el
norte del estado, pero no fueron muchos los que hicieron fortuna. El Río de las
Plumas fue uno de los lugares donde encontraron más oro. Otros ríos donde
también trabajaron fueron el Río Sacramento y el Río Trinidad.
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Criba |
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Buscadores con un plato de los que usaban para buscar oro |
Empezaron pescando
el oro en las corrientes de agua y en el lecho de los ríos, empleando una criba
a modo de tamiz, para separar los diferentes minerales encontrados. También
usaba una batea o plato, que muchas veces tienen el borde escalonado y es allí
donde las pepitas de oro se quedan con más facilidad. Más tarde, construyeron
diques para desviar el curso del río de forma que el cauce quedaba al aire,
para poder cavar con más comodidad. Buscaban el oro en las partes donde había
mayor concentración de diferentes minerales.
Con el fin de averiguar si las rocas recogidas tienen
valor, los gambusinos se valían de un cuerno de vaca donde mezclaban los
minerales con agua, de forma que el oro tomaba la apariencia de un hilo
brillante. Luego, esas piedras se llevaban a las taunas, que eran molinos donde
se trituraban para extraer el oro. Para separar el oro de la piedra donde venía
incrustada también se usaba mercurio.
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Tauna |
Generalmente, el oro se empleaba para subsistir en el día
a día: pagar el alquiler y comprar comida. También lo empleaban como moneda de
cambio los dueños de los negocios que, a su vez, vendían las provisiones y los
útiles de trabajo a los buscadores. Por otra parte, el oro generó la creación
de entidades bancarias que emitían billetes cuyo valor los respaldaba el oro,
creándose en 1854 la Casa de Moneda de San Francisco.
Para 1850, ya se había terminado con el oro más fácil de
coger. Ya no había tantos beneficios como antes y se tuvo que empezar a buscar
en otras zonas.
En torno a 1853 tuvieron lugar los que se consideran
primeros trabajos de minería hidráulica, al construirse aparatos que servían
para depurar la grava para facilitar la búsqueda del oro. No era buen método
porque dejaron cantidades ingentes de grava, generando con ello muchos
elementos contaminantes que perjudicaron la flora y la fauna de la zona.
El uso del mercurio, antes mencionado, fue empleado para
levantar millones de toneladas de suelo, pero tampoco fue un acierto. A pesar
de ser un elemento altamente contaminante, en el norte de California se usaron
más de 10.000.000 de kilos para la obtención del oro. Los primeros afectados
por ello fueron las comunidades indígenas que tenían la pesca como parte de sus
medios de subsistencia. No fueron pocos los lugares donde se empleó mercurio y
que luego no fueron descontaminados, por lo que el consumo de pescado de muchos
ríos de la zona está completamente desaconsejado, dado que aún persiste la
contaminación en muchos sitios.
En cuanto a la grava, resulta que no es apta para la
agricultura. Esta técnica perjudicó a los gambusinos, que vieron mermadas sus
ganancias, al disminuir las fuentes de oro, por lo que tuvieron que organizarse
buscando otras formas para conseguir minerales valiosos. Se hizo uso del
dragado que consiste, básicamente, en limpiar el fondo de las zonas cubiertas
de agua alejadas del área de la zona del Río Americano, que fue donde empezó
todo. También se buscó oro con los procedimientos de los métodos tradicionales
de la minería, haciendo túneles en los riscos.
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Río Americano en relación a la Granja de Sutter |
Pero hacía tiempo que habían empezado a surgir problemas
con los buscadores de origen extranjero. No es que fueran conflictivos sino
que, al disminuir la cantidad de oro de fácil acceso, comenzaron a ser una
molestia para los buscadores nacionales, que no veían la forma de eliminar
obstáculos. A alguien se le ocurrió encajarles un impuesto de veinte dólares al
mes (que en la época debía ser dinero), a ver si de esta manera se marchaban,
pero como aún quedaba gente que se resistía, más adelante se crearon leyes que
les dificultaban aún más las cosas. Aquello se había convertido en un todos
contra todos. A los nacionales les estorbaban los inmigrantes, y a los
inmigrantes los indígenas, empujados a dejar las tierras donde pescaban y
cazaban, lo que a la larga supuso una reducción drástica de su población.
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Levi Strauss |
Hay una creencia muy extendida y es que los comerciantes
que aprovecharon el tirón de la fiebre ganaron muchísimo dinero. Pero también
estaban los que perdieron su negocio en alguno de los muchos incendios que
hubo. Quien sí supo hacer dinero fue Levi Strauss, que extendió el uso de la
ropa de trabajo hecha con mezclilla naciendo, de esa forma, los pantalones
vaqueros.
Pero hubo buscadores que, como resultado de su trabajo,
ganaron mucho más, que para algo las pepitas de oro tenían más valor que lo que
se podía comprar en un establecimiento de suministros para buscadores de oro.
También los hubo que ganaron dinero ocupándose del
transporte de los múltiples viajeros que iban a la zona y de su alojamiento.
Desgraciadamente, lo que más abundó fue gente que no gestionó bien la aventura
y sufrió pérdidas, por haber tenido que cerrar el negocio o por haber llegado a
la zona cuando ya se había pillado todo el oro al que era fácil acceder.
En 1855, la población de la zona ya llegaba a 300.000
personas. Como siempre, las cifras bailan. En poco más de veinte años murieron
120.000 personas, ya sea por hambre, por enfermedad o víctima de la violencia,
muchas veces genocida, pues las tierras de los nativos también eran
susceptibles de ser explotadas, y los buscadores de oro hacían por echarles de
allí.
Como en toda revolución económica y social, la que supuso
la fiebre del oro de California trajo consecuencias y no solo negativas. Hubo
un desarrollo urbanístico muy grande, incluyendo la construcción de escuelas y
vías en condiciones. Y también político, pues California entró en la Unión en 9
de septiembre de 1850. La oleada de gente que fue en busca de un futuro mejor obligó
a una mejora en los transportes. Mejora la calidad de los viajes en barco y, en
1863, se inaugura el ferrocarril que sale de Sacramento, que para algo es la
capital del estado, y seis años más tarde uno que atraviesa los Estados Unidos.
Todos estos avances reducían ostensiblemente la duración del viaje. A largo
plazo, la agricultura se tomó su revancha siendo, en la actualidad, el estado
de la Unión de mayor producción agrícola, en especial la uva.
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El primer ferrocarril transcontinental |
La fiebre del oro en California tuvo su auge a mediados del siglo XIX. Muchas poblaciones surgieron de la nada y, tal y como florecieron se marchitaron. También surgió un tipo de buscador de minerales, el gambusino (forty-niner o argonauta), que aún hoy perdura en muchos sitios. Debió desatarse una auténtica locura, en pos de una quimera que, aún hoy, algunos siguen buscando.